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11 marzo 2005

¿TOLERAR A LOS INTOLERANTES?

¿Por qué la tolerancia?


Estudiar la dicotomía tolerancia-intolerancia es importante para analizar las características y dinámicas de la moderna convivencia civil. Las modalidades que tales relaciones adoptan se encuentran en el origen de las diferentes tensiones que actualmente afectan a la democracia en cuanto régimen político y sistema normativo. El desarrollo de una uniformación cultural a nivel planetario ha colocado en primer plano el problema de la diferencia y de la convivencia entre los grupos. La tolerancia representa un nuevo equilibrio entre los discursos y las prácticas cotidianas. En esta perspectiva, el estudio de la tolerancia remite a un ejercicio de apertura mental que es fundamental para entender las razones de los demás y que tiene que ver con una virtud cívica de carácter democrático.



El tema de la tolerancia representa hoy por hoy un espacio de reflexión que ilustra cómo deben tomarse las decisiones colectivas en una democracia permitiendo que la "diferencia" en política se exprese abandonando el temor a la exclusión en virtud de tal disenso. En este sentido, el principal desafío al que se enfrentan los distintos regímenes políticos está representado por la tensión entre el creciente reclamo de derechos universales de ciudadanía y la existencia de los derechos particulares que identifican la cultura de pertenencia de cada quien. La democracia representa uno de los ámbitos en donde se confrontan y se confrontarán aún en mayor medida en un futuro, los diferentes proyectos acerca del orden social y político que es necesario construir en el umbral del siglo XXI. Por tal motivo, el encuentro pacífico entre las distintas posiciones requiere de un método que permita la libre expresión de las ideas, los valores o los símbolos. La tolerancia representa dicho método. Por estas razones es que la temática de la tolerancia requiere de un tratamiento riguroso sobre la base de algunas preguntas clave a propósito del futuro de la democracia: ¿debemos ser tolerantes con los intolerantes?, ¿la indiferencia es sinónimo de la tolerancia?, ¿cómo se relaciona la persuasión con la tolerancia?, ¿la concepción liberal de la tolerancia es suficiente para afrontar los nuevos temas que caracterizarán a la democracia en el siglo XXI?



El nuevo mapa de la cultura y la política que se presenta ante nuestros ojos está caracterizado por aquello que ha sido denominado la "soledad normativa de la democracia". Una vez reconocida la fractura del comunismo histórico como sistema ideológico y político que buscaba resolver los persistentes problemas de igualdad y de extensión de la libertad, la pregunta que es posible formularse se refiere a los instrumentos normativos e institucionales y a los valores con los cuales la democracia que conocemos se dispone a enfrentar los desafíos que el "socialismo realmente existente" no logró enfrentar ni mucho menos solucionar. Esta es otra pregunta a la que debemos buscar respuesta. Analizando el proceso de construcción del mundo occidental podemos observar una transformación en las concepciones de la tolerancia. De esta manera, el binomio tolerancia-intolerancia ha seguido un desarrollo cíclico en el que se pueden observar momentos de nuestra historia en los que existe absoluta tolerancia en contraposición a otros momentos en los que existe absoluta intolerancia. La actual realidad política se distingue por una combinación entre ambos momentos. Si algo ha caracterizado al siglo XX que está por terminar son sus profundas intolerancias, representadas por los campos de concentración de Auschwitz y Treblinka, así como por los exterminios masivos de Hiroshima y Nagasaki, pero también y más recientemente, las persecuciones de carácter étnico en Timor Oriental, Ruanda o Argelia.



En el contexto actual, el pensamiento político debe recurrir a la formulación de nuevas teorías que permitan explicar el conjunto de transformaciones que caracterizan el final de uan época. Un siglo el nuestro que se distingue en muchos aspectos por la crisis de los grandiosos proyectos de transformación social y política que lo caracterizaron casi por entero. La fractura de ese modelo de convivencia ha permitido el desarrollo de una nueva contradicción, pero esta vez al interior de las democracias, entre prejuicio e igualdad. Por otro lado cada vez escuchamos más voces que adoptan la tolerancia multicultural como un instrumento para la construcción de la democracia. Dicho de otra manera, hoy la expresión de cualquier forma de prejuicio atenta contra uno de los principios básicos del orden democrático: la "igualdad de oportunidades", ya que cuando la discriminación aparece en cualquiera de sus formas se vulnera el principio de igual trato entre ciudadanos.