CIUDADANÍA Y EXCLUSIÓN EN MÉXICO
Cuando analizamos la evolución histórica de nuestras culturas latinoamericanas observamos que aún en las sociedades en vías de democratización se desarrollan distintas formas de exclusión e intolerancia. En nuestros días, incluso por cuanto se refiere al Estado democrático observamos la aparición de formas "modernas" de intolerancia que tienen su origen en prejuicios y actitudes de rechazo frente a la diversidad social. Dado el nuevo rostro con que se presentan las diferentes formas de exclusión en este breve trabajo me propongo hacer referencia a cuatro tipos de intolerancia que son típicos de nuestros tiempos. Estos son: 1) la intolerancia social fundada en el estereotipo, la indiferencia y el escepticismo; 2) la intolerancia cultural que se expresa en racismo, segregación y nacionalismo; 3) la intolerancia política que produce novedosas concepciones del enemigo y del conflicto político; y finalmente, 4) la intolerancia económica que proyecta formas de inclusión y exclusión en el espacio público. Un elemento que permite distinguir estas formas de intolerancia son sus diferentes grados de intensidad y ámbitos de acción. La nueva y compleja diversidad social que observamos en nuestros países se opone a la idea tradicional de «comunidad» que caracterizó el pensamiento sociológico desde Augusto Comte (la comunidad moral) hasta Frédéric Le Play (la comunidad empírica), pasando por Ferdinand Tönnies (la comunidad como tipología), hasta arribar a George Simmel cuya tesis sobre la comunidad molecular permite explicar a nivel micro-sociológico las interacciones entre los hombres que integran un grupo social. La idea tradicional de comunidad asociativa se ha eclipsado por el inarrestable individualismo moderno representando una tensión entre tradicionalismo y modernización. Entre universalismo y particularismos.
Los particularismos generan una serie de tensiones sociales de tipo étnico, linguístico, religioso y cultural que no pocas veces terminan por alterar la convivencia y producir conflicto. La intolerancia social representa en las actuales sociedades -para decirlo con palabras de Norberto Bobbio- una de las "promesas no mantenidas de la democracia" que recuerda los fracasos del régimen democrático para promover una educación a la vida civil y tolerante.
Las intolerancias son muy difíciles de erradicar en todos los tiempos y periodos históricos. La intolerancia social es un fenómeno cotidiano que tiene que ver con el «conflicto natural» entre personas, incluso podría decirse que todos los individuos de una sociedad compleja padecen y generan intolerancias sociales. La intolerancia social es una forma de intolerancia de "guante blanco". En la escala de las intolerancias sociales es posible imaginar una secuencia que podría tener el siguiente orden: el estereotipo, el escepticismo y la indiferencia.
Todo grupo humano tiene sus particulares formas de vida, sus instituciones y sus creencias pero además, considera que estas tienen una validez universal incluso para quienes son miembros de otro grupo social o se profesan diferentes. La intolerancia social plantea el problema del «otro» es decir, del representante o del portador de la diferencia que puede ser física o cultural. En las nuevas condiciones este «otro» se convierte muy fácilmente en un transgresor del orden social. Por lo tanto, la intolerancia social se fundamenta en una relación de desigualdad entre alguien que es "fuerte" ya sea por sus recursos de poder económico o social y alguien que es "débil" en la esfera pública.
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