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23 agosto 2005

Voltaire: contra el fanatismo

“Yo sé con que furor el fanatismo arremete en contra de la filosofía. Ella tiene dos hijos que el fanatismo desearía asesinar como a Calas y que son la verdad y la tolerancia, mientras que la filosofía no desea otra cosa que desarmar a los hijos del fanatismo que son la mentira y la persecusión”: Carta de Voltarie a Damiraville del 7 de marzo de 1765.

Isidro H. Cisneros ([1])


I. En contra del fanatismo. En 1762 en la ciudad de Toulouse en Francia, por motivos aún poco claros, el hijo de Juan Calas se suicidó, lo cual fue tomado como un pretexto por la intolerancia oficial de su tiempo para procesar y torturar hasta la muerte -acusado de herejía- a Calas quien contaba con 68 años, así como para desterrar a sus restantes hijos y despojar a su esposa de sus bienes. La razón de fondo de este brutal hecho que conmovió a la opinión pública europea fue que Calas era un protestante, es decir alguien considerado «diferente» porque profesaba una religión que no era la de los católicos. Asombrado por la injusticia del hecho, Voltaire dedicó tres años de su vida para defender a Calas a quien consideraba solo culpable de ser parte de una minoría. Voltaire escribió su famoso Tratado sobre la Tolerancia (1763) en el cual llevó a cabo una defensa a ultranza de Calas quien a pesar de todo murió en el «potro» después de haber sido brutalmente torturado. El caso Calas -como antes en la misma Francia la «Noche de San Bartolomé» durante la cual fueron asesinados en una sola noche de 1662 cuatro mil protestantes o posteriormente, el «Affaire Dreyfus» a principios de este siglo XX cuando se condenó injustamente a cadena perpetua a un oficial del ejército francés por el solo hecho de ser judío- llamó poderosamente la atención de intelectuales y filósofos ([2]). Voltaire se manifiesta en contra de la intolerancia de su época e incluso llega a polemizar con Diderot quien se sorprende de que el autor de las Cartas Filosóficas defienda con tanta pasión a la tolerancia. Diderot escribió muchas frases conmovedoras a propósito del interés de Voltaire por el caso Calas así como de los peligros que derivaban personalmente para éste, como aquellas que podemos encontrar en su carta del 8 de agosto de 1762 en la cual se pregunta cómo y porqué un gran filósofo que tenía grandes e importantísimos problemas en mente se dedicara a perder tanto tiempo por individuos que ni siquiera conocía personalmente.

Voltaire cuyo verdadero nombre fue Francoise Marie Arouet nació el 21 de noviembre de 1694 en París, Francia. Realizó sus primeros estudios con los jesuitas en el College Louis-le-Grand. En este colegio la Compañía de Jesus solía reunir a sus más grandes y respetados estudiosos no solo de Francia sino de toda Europa. Algunas interpretaciones sostienen que en realidad Voltaire nunca abandonó del todo la lección de sus maestros jesuitas quienes desempeñaron un papel decisivo en su formación ([3]). En este contexto Voltaire rapidamente se orienta a la literatura y al teatro. Inicia a desarrollar sus primeras actividades intelectuales en los círculos aristocráticos de la época. No obstante esto, se convierte precozmente también en un crítico implacable de los mismos. Es así como sus señalamientos acerca del incesto en que incurre el Regente Francés Felipe II, Duque de Orléans, resultan en su encarcelamiento durante 11 meses en la tristemente célebre prisión de la Bastilla. Su obra comprende desde su primera tragedia Oedipe (1718) basada en los escritos de Sófocles y en el antiguo drama griego hasta su poema épico sobre Enrique IV de Francia. La obra Edipo estrenada en 1718 fue recibida con entusiasmo por la crítica de su tiempo mientras que el trabajo sobre Enrique IV apareció anonimamente en Ginebra en 1723 con el título Poème de la ligue posteriormente denominado La Henriade. Este texto fue prohibido durante años por el católico y aristocrático gobierno francés, censura que fue levantada hasta 1728 ([4]). La importancia de este texto radica en que constituye la primera formulación «volteriana» de su concepción acerca de la tolerancia religiosa. Con el tiempo este escrito sería obra de consulta no sólo en su natal Francia sino incluso en toda Europa. También destacamos su primer poema filosófico: Le pour et le contre representó una elocuente expresión conjunta de sus enfoques anticristianos y de su credo racionalista ([5]). A partir de su retorno a París que se prolongaría por cuatro años hasta 1732, Voltaire inicia la redacción de su Lettres anglaises ou philosophiques que publicará en 1734. En este mismo año serán publicadas sus Cartas Filosóficas. Representando un fuerte ataque a las instituciones políticas y eclesiásticas de Francia, este trabajo inaugura un nuevo conflicto con las autoridades de su país viéndose obligado a abandonarlo nuevamente. Encuentrando refugio en el Ducado independiente de Chateau de Cirey en Lorraine. Voltaire inició la elaboración de sus «Cartas Filosóficas» durante su exilio en Inglaterra: "impresionado por el modo de vida inglés, su floreciente actividad comercial e industrial y el ambiente cultural y científico, el filósofo escribe en 1729 unas iniciales Cartas sobre los ingleses, tomando como ejemplo lejano las Cartas persas de Montesquieu" ([6]). Las consecuencias de todo esto derivaron en que el editor de las «Cartas Filosóficas» fue encarcelado, el Parlamento otorgó a las autoridades una orden de detención en contra de Voltaire y el libro fue quemado en un acto público como condena de su contenido dirigido a "inspirar el libertinaje más peligroso para la religión y el orden de la sociedad civil" ([7]). Las «Cartas Filosóficas» son importantes para el tema de la tolerancia en la medida en que representan un análisis de la convivencia religiosa en Inglaterra entre personas pertenecientes a muy diferentes escuelas religiosas. Las «Cartas Filosóficas» se encuentran integradas por trece ensayos de los cuales siete son dedicados a la religión anglicana, los cuáqueros, los presbiterianos y los denominados antitrinitarios. La conclusión de Voltaire es que resulta necesario propiciar un mundo en el quie la razón y la tolerancia sustituyan a la violencia, al fanatismo y a la superstición.

Por otro lado, Voltaire continúa su reflexión alrededor de otros temas que integrarán el conjunto de su actividad filosófica, histórica, literaria, política e incluso científica. En efecto, este es un período de intesa actividad intelectual para Voltaire y es aquí cuando escribe su obra Elements de la philosophíe de Newton (1738), al tiempo que produce una gran cantidad de novelas, sátiras y versos. Estos escritos se complementarán con la publicación dos años después de su obra La metafísica de Newton o el paralelo entre las opiniones de Newton y Leibniz (1740). Parangonando a Descartes con Newton, Voltaire defiende los méritos de matemático de Descartes pero reconoce la superioridad de la doctrina de Newton. Su exilio es más bien formal ya que Voltaire continúa a viajar a París y a Versalles en donde a través de la influencia del Marqués de Pompadour se convierte en un intelectual que inicia a ser escuchado en la Corte ([8]). Otras obras de Voltaire que podríamos mencionar son: su Poème de Fontenoy (1745) donde describe una batalla ganada por los franceses a sus eternos vecinos incomodos los ingleses durante la guerra por la sucesión en Austria, así como sus Précis du siècle de Louis XIV (1751) y sus dramas La Princesse de Navarre y Le triomphe de Trajan a partir de los cuales inician propiamente los nexos de Voltaire con la Corte de Luis XV a este período pertenecen también sus obras sobre la Historia del Imperio de Rusia bajo Pedro el Grande y la Historia de Carlos XII Rey de Suecia ([9]). Asimismo aparece su importante obra Micromegas un año después en 1752 ([10]). Aceptando una invitación de Federico II de Prusia en 1749 se traslada a Berlín en donde permanece solamente por dos años en medio de grandes disputas intelectuales con los miembros de la Corte de Federico II ([11]). De regreso en la ciudad francesa de Ferney en donde permanecerá por 20 años de su vida, Voltaire completa la que ha sido considerada su más ambiciosa obra: Essai sur l'historie générale et sur les moeurs et l'esprit des nations (1756) en donde estudia el progreso humano criticando y denunciando a la religión y al poder de los clérigos aunque sin dejar de hacer evidente su propia creencia en la existencia de Dios: "Si Dios no existiese, tendríamos que haberlo inventado" ([12]).



([1]) Doctor en Ciencia de la Política por la Universidad de Florencia, Italia. Profesor-investigador en la Sede Académica de México de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Premio XI Certamen Latinoamericano Nueva Sociedad de Ensayo Político 1996. Ultimas publicaciones: El espacio normativo de la izquierda y la nueva geometría de la política, en «Nueva Sociedad», núm. 141, Caracas, Venezuela, enero-febrero 1996, pp. 82-93; La tolerancia como política, en «Perfiles Liberales», núm. 46, Bogotá, Colombia, marzo-abril 1996, pp. 16-18; Gaetano Mosca y los elitistas democráticos, en «Estudios Sociológicos», XIV, núm. 40, El Colegio de México, enero-abril 1996, pp. 119-138; y Tolerancia y Democracia, Cuadernos de Divulgación de la Cultura Democrática, núm. 10, Instituto Federal Electoral, México, 1996.
([2]) "Lo que sobre todo preparó su suplicio, fue la aproximación de esa fiesta singular que los tolosanos celebran todos los años en memoria de la degollación de cuatro mil hugonotes; el año de 1762 era el centenario. Se preparaba en la ciudad el aparato de esta solemnidad; esto mismo encendía más la imaginación ardiente del pueblo; públicamente se decía que el cadalso sobre el que se ajusticiaría a Calas, sería el mayor ornamento de la fiesta (...) parece que el fanatismo, indignado por el éxito de la razón, se vuelve contra ella con más rabia": Cfr. Voltaire, Tratado de la tolerancia, Barcelona, Grijalbo, 1984, pp. 13-22.
([3]) "El propio Voltaire reconoció la genialidad de los jesuitas. En noviembre de 1738 escribió en una carta al padre Porée, su antiguo profesor de retórica: «le debo algo más que un homenaje: fue usted quien me enseñó a pensar» (...) Voltaire reconoció en 1738 un enorme fondo común de elocuencia compartido con sus educadores": Cfr. Fumaroli, Marc, Voltaire y las artes de la persuasión, en "Debats", núm. 51, marzo 1995, pp. 33-34.
([4]) La Henriade se tradujo en 1728 en una gran variedad de lenguas que incluían al latín. La segunda edición fue dedicada por Voltaire a la reina de Inglaterra: Cfr. Strauss, David Federico, Voltaire, México, Biografías Gandesa, 1953, p. 318.
([5]) Cfr. Infopedia, Funk and Wagnalls Encyclopedia, 1994, p. 1.
([6]) Voltaire, Cartas filosóficas y otros escritos, Madrid, Edaf, 1981, p. 17.
([7]) Ibid.
([8]) Algunos autores proponen esta periodización: "su infancia y su mocedad coincidieron con los últimos años del reinado de Luis XIV; el resto de su juventud y los primeros años de su madurez discurrieron bajo la regencia de Felipe de Orleáns; el período central y el ocaso de su vida conocieron el largo reinado de Luis XV; y todavía siendo ya un ochentón, alcanzó a saludar la aurora del gobierno de Luis XVI que presagiaba, como muy pocos, un día tempestuoso": Cfr. Strauss, David Federico, Voltaire, op.cit., p. 14.
([9]) Voltaire, Historia del Imperio de Rusia bajo Pedro el Grande, Santiago, Ercilla, 1940; y del mismo autor Historia de Carlos XII Rey de Suecia, Madrid, Espasa-Calpe, 1932.
([10]) Voltaire, "Micromegas. Historia filosófica", en Micromegas, Madrid, Siruela, 1988, pp. 45-74. Otras novelas de Voltaire que generalmente acompañan a "Micromegas" en las ediciones castellanas son: Memnon o la cordura humana, Los dos consolados, Historia de los viajes de escarmentado y Zadig o el destino.
([11]) Infopedia, Funk and Wagnalls Encyclopedia, op.cit., p. 2.
([12]) De acuerdo con Voltaire, este voluminoso ensayo no pretende "saber en que año un príncipe indigno de ser conocido sucedió a un príncipe bárbaro en una nación grosera", sin embargo, es sí un estudio erudito que busca "mostrar con los hechos la inconsistencia de la interpretación providencialista y justificar los acontecimientos mediante motivaciones exclusivamente terrenales". Examina las grande civilizaciones asiáticas, las de China, Persia (Iraq) y Arabia: "no se queda en esta revisión de las antiguedades orientales, sino que va después intercalando a lo largo del relato de la historia europea capítulos sobre los musulmanes, Gengiskán, Tamerlán, el Japón, la India, Abisinia y Marruecos, llevando sus informaciones hasta donde le resulta posible, a veces casi hasta sus días": Cfr. Romero, Francisco, "Estudio preliminar" a Voltaire, Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las naciones, Buenos Aires, Hachette, 1959, p. 19.