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17 febrero 2013

HACIA UNA POLÍTICA MIGRATORIA BINACIONAL


Una reforma migratoria durante el segundo mandato de Barack Obama representaría un paso muy relevante en la construcción de una sociedad incluyente y multicultural. El planteamiento del presidente complementa el presentado por ocho senadorescuatro demócratas y cuatro republicanos, ya que tanto la Casa Blanca como los legisladores colocan en el centro de sus propuestas una vía hacia la ciudadanía para 11 millones de personas indocumentadas que viven en ese país. Debemos recordar que los hispanos fueron un factor determinante para que Obama asegurara su reelección: el 71% de este sector de la población votó por él, mientras que sólo el27% apoyó al candidato republicano. Aunque el peso demográfico de los hispanos aún no se refleja cabal mente en su presencia políticalos nuevos equilibrios establecieron el imperativode apoyar una reforma migratoria. En las últimas décadas, al interior de la comunidad hispana,se observa la presencia cada vez más activa de la comunidad mexicana. Según datos del Pew Research Hispanic Center, el número de personas de origen mexicano residentes en ese país semultiplicó exponencialmente hasta rebasar los 31 millones, representando, actualmente, al 10% de la población total. De esos 31 millones de personas poco más de 23 millones tienen un estatus de residente legal, mientras que en situación de inmigrantes “no autorizados” se encontrarían alrededor de 7 millones.


Las estimaciones más recientes sobre la magnitud del fenómeno revelan que el 65% de la población latina en EU, que ronda los 48 millones, es de origen mexicano. Independientemente de estas cifras, que dan cuenta de la trascendencia social y política alcanzada por el tema migratorio, existe un amplio consenso en el sentido de que la migración mexicana ha experimentado cambios cualitativos que deben ser considerados en la agenda binacionalPor ejemplo, se observan modificaciones importantes en la geografía migratoria de origen y destino, así como una mayor presencia de las zonas urbanas como origen de los migrantes, de la misma forma, el espectro ocupacional ha creado nuevos ámbitos de inserción en el mercado laboral estadounidense, y se han transformado los patrones migratoriosrelativos a edad, sexo, escolaridad, posición en el hogar, tiempo de estancia estatus legal.



La migración entre México y EU no debe abordarse sólo desde la perspectiva económica, sino como un fenómeno más complejo que es impulsado por la interacción de factores históricos, sociales y culturales, que tienen sus raíces en ambos lados de la frontera. Aunque con cambios en su intensidad y modalidades, el movimiento migratorio ha sido una constante en las relaciones entre los dos países desde el siglo XIX. Durante los últimos añosla migración se ha posicionado como uno de los asuntos más difíciles, preocupantes y conflictivos de la agenda bilateral. Además, sobre los migrantes se han desarrollado una serie de prejuicios: se piensa que no pagan impuestosque viven a expensas del bienestar socialque envían todo su dinero a su país de origenque roban empleos a los estadounidensesque son una carga para la economía, que no quieren aprender inglés y que la mayor parte de ellos cruza la frontera de manera ilegal. En el tema migratorio confluyen distintos factores como el acelerado proceso de integración, la institucionalización del diálogo bilateral, las coyunturas económica y política por las que atraviesan ambos países y las cambiantes percepciones en México y EU sobre el fenómeno. Los nuevos tiempos ofrecen una oportunidad para avanzar hacia un entendimiento migratorio binacional que sea de largo alcance, más congruente con los procesos de integración económica y de liberalización comercial.



La agenda migratoria pendiente se ha tornado más compleja tanto en México como en EU. Por nuestra parte, somos, cada vez más, un país de destino, tránsito y retorno de migrantes. El gobierno mexicano ha tratado de adaptarse a la nueva realidad migratoria, sin embargo, en sus políticas prevalece un enfoque articulado sobre la seguridad nacional en lugar del reconocimiento de la seguridad humana, concebida como el goce de los derechos inherentes atoda persona independientemente de su calidad migratoria. El fenómeno debe abordarse en su complejidad desde una perspectiva compartida, por lo que es pertinente proponer una visión integral de carácter binacional en el diseño de las políticas públicas hacia los migrantes. Este enfoque considera las dimensiones demográficas y económicas, así como las accionesnecesarias en cada una de las fases migratorias. Una agenda estratégica de política migratoriabinacional debería establecer objetivos claros, con indicadores medibles y exigibles, así como criterios de transversalidad y un amplio horizonte que trascienda a los gobiernosMientras esto ocurre, México tiene que orientarse hacia una verdadera política de Estado en materiamigratoria. En el marco de la reforma que ahora se discuteun gesto positivo del gobierno norteamericano hacia la comunidad migrante sería suspender las deportaciones como un primer paso en el camino hacia la ciudadanía para los inmigrantes indocumentados.