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19 mayo 2005

Derechos de la Mujer


La ciudadanía moderna, a diferencia de la ciudadanía de los antiguos griegos, basada sobre la igualdad de los privilegios, es decir, sobre una "igualdad desigual", se fundó desde sus inicios con la Revolución Francesa de 1789 sobre la premisa indiscutible de la igualdad natural de todos los seres humanos. La ciudadanía moderna, por lo tanto, es genéticamente universal. Sin embargo, desde sus inicios, las mujeres han sido excluídas de manera casi total del ejercicio de los derechos de ciudadanía, entre los que destaca significativamente el derecho a decidir sobre su propio cuerpo. Entre la igualdad formal de todos los seres humanos y la exclusión de las mujeres de la ciudadanía existe una contradicción que es típicamente moderna. Los grandes filósofos de la política moderna de John Locke a Emmanuel Kant describen de diversas maneras esta contradicción del pensamiento. Analizar el rol de las mujeres en la democracia pluralista, nos permite caracterizar brevemente el sistema de reglas y procedimientos, así como de valores y principios que conforman a esta particular forma de gobierno. La premisa de una igualdad democrática de las oportunidades es una condición para que las mujeres vivan en una sociedad pluralista en igualdad de condiciones. El régimen democrático se presenta como aquel régimen que hace respetar la misma dignidad para todos los individuos. El segundo elemento característico de la democracia es la existencia de un "centro ideal" que representa no los medios o los procedimientos, sino los fines que se quieren alcanzar. La democracia puede ser caracterizada a partir de los valores que la inspiran y a los cuales tiende este particular tipo de régimen político. Es claro que si queremos no solamente entender que cosa es la democracia, sino también darle una justificación, es decir, pasar del juicio de hecho al juicio de valor, debemos analizar en efecto, los fines a los que se orienta. De acuerdo con Norberto Bobbio el "fin desde el cual nos movemos cuando queremos un régimen organizado democráticamente es la igualdad". Y este elemento es fundamental paa proponer vías alternativas para dar equidad a las mujeres en las sociedades como la mexicana. El valor de la equidad para analizar el papel de las mujeres en la democracia pluralista representa un principio regulador y fundamental a través del cual, el intercambio democrático adquiere su mayor significación. Por lo tanto, la equidad representa la misma oportunidad de expresarse para las mujeres en la democracia. En este sentido, si la ciudadanía se fundamenta en un proceso de deliberación activa, su valor reside en la posibilidad de establecer formas de identidad colectiva que pueden ser reconocidas, convalidadas y transformadas mediante el reconocimiento y respeto de su diferencia pero en base a su igualdad. En las sociedades pluralísticas y a pesar de las diferencias existentes en su seno, debe tener vigencia el principio de la «simetría» es decir, de aquella proporción equitativa que maximiza el respeto por la igual dignidad de cada uno de los individuos. La equidad en relación con la mujer representa, por lo tanto, uno de los principios constitutivos del Estado democrático, mismo que amplia la gama de opciones promoviendo iguales derechos de ciudadanía para hacerlos efectivos. El principio de equidad se refiere, en consecuencia, a la distribución de aquellos "bienes de la ciudadanía" que se concretizan en la capacidad de que cada mujer tenga la posibilidad de una oportunidad de crearse un presente y de construirse un futuro. El derecho de elección para las mujeres en relación con el aborto y la procreación debe ser defendido con gran fuerza. La legalización del aborto en los países democráticos debe ser interpretada como una transformación de la estructura de la ciudadanía. La elección procreativa es el momento culminante y simbólico de la corporeidad femenina. Es en la esfera de la legalidad pública que la mujer deja de ser solamente un cuerpo para proyectarse como sujeto político a través del cual las mujeres pueden ser verdaderamente ciudadanas que además participan en la elaboración de las decisiones públicas que las involucran, como es el caso, justamente, del aborto. Debemos partir de la diferencia, de la autonomía moral y de la libertad individual de las mujeres para construir una nueva dimensión de la ciudadanía.