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06 abril 2005

¿CUAL IZQUIERDA PARA MÉXICO?


"Por mucho tiempo la izquierda creyó poder gozar de dos ventajas: de encontrarse sobre la punta de la ola de la historia y de estar anclada, en los frentes mundiales, a fuerzas que habían garantizado en cualquier modo, a pesar de sus grandes contradicciones, un futuro mejor para la «humanidad entera». Hoy aparece definitivamente claro que no puede contar más sobre tales presupuestos, que es necesario aprender a nadar contra la corriente y (al menos al inicio) en relativa soledad": Cfr. Bodei, Remo, "Mutamenti di identità" en Le idee della sinistra, Roma, Editori Riuniti, 1992, p. 27.


La izquierda, en cuanto concepción y modalidad de la política, parece incapaz de ofrecer respuestas alternativas de frente a los grandes desafíos que acompañan el final del siglo XX. La urgente autocrítica. Existe la necesidad de cuestionarnos sobre las razones del fracaso del modelo político que encarnó el llamado «socialismo real»: en primer lugar la naturaleza antidemocrática de los regímenes que nacieron con la Revolución de Octubre, le siguen la ausencia de oposición y de capacidad autocorrectiva de tal sistema de poder, la violación sistemática de los derechos humanos, la ineficiencia económica de la centralización planificada, el carácter totalizante y autoreferencial de la ideología comunista, la rigidez de las jerarquías en la esfera social y política, así como la presión sofocante del Estado sobre la vida social. A estas razones se podrían agregar, sin duda, muchas otras. Desde su nacimiento con la Revolución Francesa y a lo largo de doscientos años la izquierda representó una oferta política que ofrecía el "nuevo mundo" y la "sociedad del futuro", en donde las contradicciones sociales habrían de desaparecer. El cambio de identidad por el que está transitando la izquierda se ha desarrollado después de 1989 y es representado por lo que algunos estudiosos han denominado "la crisis de la dicotomía derecha-izquierda" como uno de los elementos de lectura para caracterizar las modernas relaciones políticas. Mientras que en el pasado las nociones izquierda-derecha desempeñaban un papel relevante en la construcción de identidades para la competencia política; actualmente se considera que dichas coordenadas resultan insuficientes incluso para identificar el ámbito de la conservación y del progreso, proporcionándonos solo una pálida percepción acerca del espacio político en el que se inscribe la confrontación entre los diversos sujetos de la democracia. La parálisis de la izquierda acontece, paradójicamente, en un momento en el que estamos viviendo un cambio de época y en el que la izquierda tendría ante sí una oportunidad histórica para constituirse en una alternativa. Por si esto fuera poco, hoy las resistencias para la reformulación de un proyecto de la izquierda aparecen como un horizonte insuperable. En efecto, llama la atención que en muchas partes del mundo la izquierda se presenta indisolublemente anclada a un sinfín de esquemas culturales y políticos del pasado, suprimiendo sus propias posibilidades para ofrecernos una perspectiva renovadora. Un proyecto reformador de la izquierda orientado al futuro debe hacer un "apelo a los valores" aceptando la tolerancia principalmente como un deber ético y no sólo porque sea políticamente eficaz. Se debe evitar el error de considerar a la tolerancia como indiferencia y para aquellos integrantes de la izquierda que "aman las convicciones fuertes", es necesario recordar que el tolerante está seriamente comprometido con la defensa del derecho de cada individuo a profesar «su verdad», y en este sentido, la tolerancia no implica en ningún modo la renuncia a sus propias convicciones, al contrario, el esfuerzo común, el respeto mutuo, la voluntad de diálogo y el disenso constituyen sinónimos de la tolerancia. Imponer los valores de la democracia resulta imposible, pero tratar de hacerlos universales es un deber, y en este sentido, la democracia no es un medio sino un fin en sí mismo. Una izquierda que asumiera la temática de la tolerancia como eje central de su propia cultura sería una izquierda nuevamente a la ofensiva sobre las condiciones de la modernidad.