Populismo: un mito que regresa
El populismo nace como un movimiento político y un conjunto de teorías en Rusia durante la segunda mitad del siglo XIX. Entre sus principales exponentes encontramos a A.I. Herzen, N.G. Ĉerniševskji y P. Lavrov quienes ejercieron una fuerte influencia sobre una entera generación de jóvenes intelectuales rusos. En sus orígenes el populismo identificaba en la masa de los campesinos la principal fuerza revolucionaria capaz de destruir al sistema zarista para realizar el socialismo. La unidad agraria de base representaba el elemento fundamental de la futura sociedad y proclamaba como un deber de los intelectuales el “integrarse al pueblo” para educarlo con miras a su liberación. Los populistas consideraban que la representación y la esencia del pueblo se encontraba en el grupo social de los campesinos a quienes atribuían virtudes especiales y una prioridad moral a causa del carácter de su trabajo y de su cercanía con la “madre tierra”. Posteriormente las interpretaciones del populismo incluyeron en el concepto a la clase obrera y a la pequeña burguesía. Con el desarrollo de las teorías marxistas que identificaban en la clase obrera al sujeto políticamente relevante en la nueva situación de desarrollo industrial y capitalista, el movimiento populista entró en crisis y en descomposición. Algunos grupos dispersos optaron por el terrorismo que fue responsable, entre otras cosas, del asesinato en Rusia del zar Alejandro II en 1881 [1]. Con el siglo XX en algunos países con fuerte concentración urbana, el populismo renació pero esta vez articulado ya no a los campesinos pobres sino a la masa de los trabajadores industriales. El populismo sostiene la homogeneidad de las masas populares con sus arquetipos, esencialismos y nostalgia por la tradición ancestral. El populismo es un movimiento teórico y político cuya fuente de inspiración y de constante referencia es el pueblo considerado como un agregado social homogéneo. Existen tantas variantes del populismo que no es posible dar una sola definición que sea al mismo tiempo definitiva, omnicomprensiva y sistemática. En cuanto movimiento político el populismo actúa en base al principio fundamental según el cual es necesario hacer prevalecer por sobre todas las cosas la supremacía de la voluntad del pueblo. El populismo se presenta en su acción concreta como un movimiento mesiánico anclado a una “pureza popular” que promueve la salvación de las masas a través de formas y liderazgos carismáticos. La acción del populismo es maniquea, dogmática y se orienta casi siempre a la expulsión radical de todo aquello que es considerado no-pueblo en cuanto germen parasitario y corruptor. El populismo como movimiento político muchas veces ha producido exclusión y racismo, por ejemplo, el antisemitismo del nacionalsocialismo alemán se inspiraba directamente en los movimientos volkisch. El populismo promueve un tipo de discriminación que se dirige contra ciertas categorías económicas y culturales y puede dar vida también a un cierto racismo ideológico. En cuanto ideología el populismo considera que las máximas virtudes públicas residen en el pueblo que representa a la mayoría de la sociedad y en quien residen las principales tradiciones colectivas. En cuanto ideología el populismo sostiene que la única fuente de legitimidad reside en el pueblo [2]. El populismo ha sido definido también como una suerte de “romanticismo democrático” en la medida en que el pueblo se proyecta como una entidad suprema en donde el poder político no puede prescindir del pueblo tanto en su expresión concreta como en su investidura mítica. En el siglo XX el populismo se presenta como un fenómeno típicamente latinoamericano aunque se ha desarrollado también en otras regiones del mundo subdesarrollado y siempre directamente vinculado a la personalidad carismática de un líder. En la región latinoamericana encontramos una amplia gama de sus manifestaciones. El populismo es un fenómeno que todavía hoy suscita discusiones, tanto que algunos autores han llegado a definirlo como un “estilo político” tipicamente latinoamericano [3]. Otras interpretaciones plantean, por su parte, que ha llegado el momento de entonar un “requiem por el populismo” [4]. La realidad es que las interpretaciones hasta ahora propuestas muestran profundas divergencias y muy frecuentemente aparecen como generalizaciones de pocos casos nacionales indebidamente postulados como tipos-ideales del populismo latinoamericano. De esta forma ocurre que la categoría asume una valencia tan amplia que es aplicada a casos que son entre sí totalmente diversos. Para complicar las definiciones se reconoce también la existencia de un populismo de derecha y otro de izquierda, un populismo marcadamente autoritario y otro con aspiraciones democráticas.
[1] Venturi, Franco, El Populismo Ruso, Madrid, Revista de Occidente, Tomo 1, 1975, pp. 99-148 y 353-415; se recomienda también: Tvadovskaia, Valentina, El Populismo Ruso, México, Siglo XXI, pp. 194-226.
[2] Ipola, Emilio de, Ideología y Discurso Populista, México, Plaza y Valdés, 1987, pp. 135-148.
[3] Zannatta, Loris, “Populismo, uno stile politico per l´America Latina”, Il Mulino, 3/99, maggio-giugno, num. 383, pp. 554-566.
[4] Drake, P.W., “Conclusion: Requiem for Populism?”, en Latin American Populism in Comparative Perspective (Conniff, Michael, ed.),
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