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21 febrero 2013

UN SISTEMA POLÍTICO QUE CAMBIA




En tres días se llevarán a cabo elecciones generales en Italia en donde participarán poco más de 47 millones de ciudadanos, además de los 3.5 millones de electores que residen en el extranjero. Se renovarán 630 miembros de la Cámara de Diputados y 315 del Senado. La política en ese país se basa en un sistema parlamentario de tipo multipartidista. El Primer Ministro es el Jefe de Gobierno y existe además un Presidente, quien es el Jefe de Estado y que actúa como árbitro entre las distintas fuerzas políticas, es elegido por un periodo de siete años y tiene la tarea de nombrar al Primer Ministro quien debe ser aceptado por el Parlamento. Estas elecciones se llevan a cabo tras la dimisión, el pasado mes de diciembre, del Primer Ministro Mario Monti después de permanecer trece meses al frente de un gobierno de tecnócratas que buscaba reconstruir las finanzas y la economía del país, la cual está atravesando por una de las más graves crisis de su historia. El sistema electoral italiano favorece a las mayorías, por lo que los partidos políticos forman grandes coaliciones para presentarse en las elecciones. En estos comicios se confrontan seis formaciones políticas y de acuerdo con las últimas encuestas, la coalición de centroizquierda ganaría los comicios. Los indecisos, en este momento, representan al 30% de quienes podrían votar.


En este proceso electoral compiten dos grandes coaliciones y cuatro partidos-movimiento. La coalición de centroizquierda denominada “Italia. Bien Común” tiene un 34% de la intención de voto, y está integrada por el Partido Democrático (una vertiente del histórico Partido Comunista Italiano), los socialistas y la agrupación “Izquierda, Ecología y Libertad”. Esta coalición busca una síntesis entre los postulados socialdemócratas, ambientalistas y del socialismo liberal, y plantea la defensa del empleo y el rechazo al costo social de los planes de austeridad para enfrentar la crisis. Por su parte, la coalición de centroderecha se colocaría en segundo lugar, con el 29% de las intenciones de voto. Está integrada por “El Pueblo de la Libertad” del magnate de la televisión Silvio Berlusconi, quien ha sido un polémico Primer Ministro durante una década, y la “Liga Norte” un movimiento conservador y anti-inmigrante, que propone transformar a Italia en un Estado Federal otorgando amplia autonomía a las regiones. La principal novedad se encuentra en la tercera fuerza política, con un 16% de las intenciones de voto, representada por el “Movimiento 5 Estrellas” del carismático activista político, Beppe Grillo, quien dirige una agrupación anti-europeísta, populista y de rechazo a los políticos tradicionales, creada hace solo tres años ha tenido un importante crecimiento electoral. Le sigue una organización centrista denominada “Con Monti por Italia” con el 14% de los posibles votos. El ex­Primer Ministro Mario Monti propone un “enfoque técnico” a la crisis económica, social y política, es un experto en temas financieros, se manifiesta lejano a cualquier ideología política y es apoyado por un movimiento que rechaza las tradicionales distinciones entre izquierda y derecha. Le sigue la agrupación “Revolución Civil”, con una intención de voto del 4%, y que representa una federación de agrupaciones de la izquierda tradicional aliadas al ex­juez, Antonio di Pietro con su movimiento “Italia de los Valores”, que postula un gobierno de la transparencia y la honestidad. Finalmente, con un estimado del 2% de los consensos, aparece el movimiento “Parar la Decadencia” dirigido por Michele Boldrin cuya plataforma electoral busca impulsar a la iniciativa privada frente a la “ineficiencia del aparato público” por lo que propone la privatización de los bienes y las empresas públicas.


En este complejo escenario, el sistema político italiano se presenta como una democracia representativa en donde la función de legislar recae en un Parlamento conformado por dos asambleas: la Cámara de Diputados y el Senado de la República. Sus funciones esenciales, además de legislar, son controlar la función del gobierno y de la administración pública, y servir como medio idóneo de expresión de las fuerzas políticas. Además de las típicas funciones de un sistema parlamentario, en el que se vota para hacer o deshacer gobiernos, aprobar o desaprobar leyes, el Parlamento italiano cuenta con poderes adicionales: reunido en Colegio Electoral elige al Presidente de la República, escoge a un tercio de los miembros del Tribunal Constitucional y de la Suprema Corte de Justicia, y hasta puede enmendar la Constitución mediante un proceso especial. Asimismo, dado que el gobierno es responsable ante ambas cámaras, un voto de censura puede ser aprobado en el Senado o en la Cámara de Diputados para forzar la dimisión gubernamental. El enorme pluralismo social y político existente en ese país, se combina con una gran solidez institucional, demostrando que el sistema parlamentario es una buena proyección representativa de la sociedad civil, y una opción política que permite la alternancia, así como el arraigo de los valores, las instituciones y las prácticas democráticas.