NUEVA GEOMETRÍA DE LA POLÍTICA
La volatilidad electoral que observamos en la pasada contienda presidencial, muestra al mexicano como un sistema político en movimiento y en continua adaptación. Este proceso dinámico está reconociendo en la alternancia un valor fundamental de la democracia. El análisis de los desplazamientos electorales permite anticipar cambios en los equilibrios políticos del actual régimen. Ejemplos que ilustran la nueva geometría política que generó la alternancia electoral, salvo resoluciones definitivas e inatacables del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, son que el PRI haya ganado la Presidencia, tres gubernaturas, 52 senadores, 207 diputados federales, 464 ayuntamientos, una delegación en el Distrito Federal y 167 diputados locales de mayoría. Además será la primera fuerza en siete de los 15 congresos estatales que se renovaron. También para el PRD el saldo es positivo, al haber ganado en Morelos y Tabasco, además de consolidar su enorme influencia en la capital del país, en donde ganó 15 de 16 delegaciones políticas y la mayoría en la Asamblea Legislativa. Esta es una oportunidad de oro para la izquierda mexicana, ya que si la coalición logra mantener su unidad política y programática, será la segunda fuerza en la Cámara de Diputados con 136 representantes y la tercera en el Senado con 28 legisladores, lo que le permite una buena posición hacia las elecciones del 2015 y 2018. El gran perdedor de la contienda electoral fue el PAN al haber sido desplazado de la Presidencia, así como de las gubernaturas de Jalisco y Morelos. Sin embargo, será la segunda fuerza en el Senado de la República con 38 representantes y la tercera en la Cámara de Diputados con 114 legisladores. Todo esto permite observar las nuevas preferencias electorales y evaluar las ganancias y las pérdidas para cada partido en las pasadas elecciones.
La fragmentación de los monopolios políticos en México es definitiva. La cultura política está siendo más proclive al incremento de la participación ciudadana y a la evaluación del comportamiento “racional” del electorado, lo que explica la volatilidad observada en distintas regiones del país. La fluctuación del sufragio implica un juego político racional, en donde el elector tiene conciencia del valor de su voto y de la oportunidad de expresar su consenso o disenso con una determinada orientación política. Las pérdidas panistas y perredistas se pueden relacionar con la diferencia que existe entre ser oposición y ser gobierno. En los sistemas electorales en los que existen sólo dos partidos la confrontación es a “suma cero”, es decir, lo que pierde un partido lo gana el otro. Pero dado que el sistema electoral mexicano funciona sobre la base de una competencia entre múltiples partidos, para analizar la volatilidad del sufragio podemos recurrir al enfoque politológico denominado “democracia económica”, que analiza el cambio en las preferencias del votante, y en donde la volatilidad representa el desplazamiento de sectores del electorado de un partido a otro. Para este enfoque, la política funciona como un intercambio en donde se relacionan los comportamientos entre quienes ofrecen posibles soluciones y quienes demandan bienes y servicios. Esto produce un comportamiento electoral en el que confluyen, por un lado, los políticos, es decir, quienes “ofrecen” políticas públicas y, por el otro, los ciudadanos-electores quienes demandan soluciones a sus problemas. El proceso de cambio en las preferencias políticas estaría provocado, principalmente, por la actividad de los partidos y por el comportamiento sus élites.
Nos encontramos frente a la puesta en práctica de evaluaciones del electorado que se fundan no sólo en aspectos específicos del partido, como son su ideología o programa, sino que dan gran importancia a la eficacia en el gobierno, y a la capacidad de la autoridad para ofrecer respuestas a las necesidades cotidianas del ciudadano. La nueva geometría de la política implica el desafío democrático de hacer respetar las decisiones de la mayoría, pero permitiendo que también cuenten las posiciones de las minorías. Las pugnas entre los líderes de los partidos tienen un costo político en muchos lugares, en donde los votantes esperan soluciones concretas. Los estudios tradicionales sobre los sistemas electorales se encontraban fuertemente vinculados con el criterio numérico, según el cual la fluctuación de los votantes tenía una relación directa con la consolidación del sistema de partidos. Esta perspectiva consideraba que entre más viejo era un sistema, menor era la volatilidad electoral. Tal hipótesis sostenía la idea de que los sistemas más viejos y consolidados eran “más maduros”, y por lo tanto, menos sujetos a oscilaciones. Aunque estudios recientes consideran que el número de partidos existentes tiene un rol secundario en la fluctuación de los votos, lo importante hoy es que los ciudadanos son más sensibles en sus evaluaciones políticas cuando se debe renovar el consenso hacia el gobierno. Además el México de nuestros días debe saber encontrar en la alternancia un valor democrático, ya que la alternancia implica, sobre todo, responsabilidad política.
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