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24 marzo 2014

CIENCIA POLÍTICA DE LA DEMOCRACIA



Vivimos momentos de profundas transformaciones políticas que habrán de modificar la estructura institucional de nuestro régimen, el funcionamiento del Estado, los confines de la comunidad política, así como las características y comportamientos de los actores políticamente relevantes. Este proceso de grandes dimensiones que experimenta la arquitectura política de México requiere de explicaciones e interpretaciones que contribuyan a clarificar los alcances de dicha metamorfosis.

























Son necesarios estudios e investigaciones acerca de la dinámica, las modalidades y las dimensiones del cambio político que vivimos. Se requiere dilucidar el carácter que hasta ahora es posible atribuir a la denominada transición política en nuestro país. Ante la crisis de paradigmas que caracteriza nuestro tiempo, es necesario postular una radical reinvención de la política, en cuanto instrumento principal de la convivencia ciudadana. En la etapa actual de la modernidad reflexiva, típica de nuestra sociedad compleja y pluralista, la ciencia política debe contribuir a la construcción del orden democrático a partir de la reflexión sobre las distintas formas de consenso y de los factores que inciden en la toma de las mejores decisiones políticas.



La pregunta relativa a cuál es la ciencia política que sirve a la democracia es importante porque nuevas temáticas aparecen en el horizonte: el derecho a la diferencia entre los grupos, la exigibilidad universal de los derechos humanos, los nuevos regionalismos y la reivindicación de los particularismos, así como el ascenso al poder de nuevas fuerzas políticas en el plano local y nacional. En tal contexto, resulta imperativo el análisis de los sujetos que intervienen en la política en relación con el paradigma democrático. La política ha existido en todos los tiempos y circunstancias, ha cambiado sus formas, sus funciones, sus métodos e incluso, su fisonomía. La política hace referencia a la esfera de las acciones humanas que se relacionan, directa o indirectamente, con la conquista y el ejercicio del gobierno. La política ha siempre existido porque en donde hay individuos existe sociedad, y en donde hay una sociedad, resulta inevitable que exista una organización fruto ella misma de decisiones vinculantes. Cuando hablamos de política nos referimos a aquella actividad específica que se relaciona con la adquisición, la organización y la distribución del poder. Actualmente la política enfrenta problemáticas que no pueden ser resueltas con los esquemas tradicionales. Se requieren nuevos horizontes interpretativos que permitan al régimen político mexicano enfrentar los enormes desafíos emergentes. Nuestra democratización plantea la necesidad de innovar a la política y sus actores, procesos e instituciones.


Los clásicos del pensamiento político buscaban definir una técnica específica que permitiera al ciudadano vivir mejor la dimensión colectiva de su vida cotidiana, por lo dicha técnica se identificó con la política como el arte de la convivencia en la Polis, es decir, en la ciudad que expresa al Estado. Por esto se afirma que Zeus envió a los individuos, a través de Hermes el dios mensajero, algunas dotes útiles: iniciando con el pudor y la justicia, se trata -explica el padre de los dioses a su mensajero alado- de dotes que deben ser difundidas capilarmente entre las personas, a diferencia de todas las demás que están desigualmente distribuidas. Le recuerda que con la justicia y la sabiduría se desarrolla la capacidad política y las virtudes ciudadanas. Afirma que la mejor política es la que hace prevalecer la confianza en el derecho y en las instituciones. Y es precisamente sobre la capacidad de distinguir lo justo de lo injusto -forma esencial del saber- que se articulan los fundamentos de toda acción política, cuya expresión principal es la relación entre gobernantes y gobernados. La política es ciencia en cuanto se corresponde con una dimensión específica del ser humano, el único dotado no sólo de voz, sino también de razón, y es esto lo que permite el diálogo, instrumento básico de la convivencia política.


La democracia es el lugar por excelencia de la política. Más que una palabra clave, el concepto democracia define la identidad de nuestra cultura política basada en una tradición de pensamiento que abarca desde Aristóteles hasta Hannah Arendt, y que postula una política fundada en la participación ciudadana, una política sobre la cual no es suficiente indagar sus objetivos y sus metas, sino que es necesario darle un sentido: la política pertenece a todos y representa la preocupación de cualquier conciencia libre. Conocer las modalidades a través de las cuales funcionan y se transforman los regímenes políticos sirve para crear buenos ciudadanos, lo que no significa, ciertamente, ciudadanos obsequiosos ante el poder, sino ciudadanos que tienen interés por la política, capacidad para procesar la información y que utilizan los instrumentos de la participación activa para controlar a los gobernantes en todos los niveles. Con sus análisis y reflexiones la ciencia política ha contribuido a consolidar un modelo de política deliberativa como fundamento de la democracia del futuro que requerimos construir desde hoy.