LA CAÍDA DE LOS REGÍMENES DEMOCRÁTICOS
A los 86 años de edad falleció Juan José Linz Storch de Gracia, uno de los politólogos más prolíficos de nuestro tiempo. Influenciado por el padre de la sociología norteamericana, Seymour Martin Lipset, realizó su doctorado en ciencia política en la Universidad de Columbia. Fue galardonado con distintos premios como el Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 1987 por sus aportaciones a la sociología política contemporánea, el V Premio de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales en reconocimiento a sus contribuciones a la investigación sociológica de la economía, y el premio Europa-81 de ensayo por su obra “La Caída de los Regímenes Democráticos”. Miembro de la Academia Americana de Artes y Ciencias y de la Academia Europea, también presidió la Asociación Mundial de Investigación en Opinión Pública y el Comité de Sociología Política de la Asociación Internacional de Sociología. Experto en temas de transición política, regímenes autoritarios, funcionamiento y estabilidad en las democracias, el profesor Juan Linz enseñó en las universidades norteamericanas de Stanford, Berkeley y Yale, así como en las de Alemania de Heidelberg, Múnich y Humboldt. También fue profesor en la Universidad Autónoma de Madrid y en el Instituto Universitario Europeo de Florencia, donde tuve el privilegio de conocerlo.
Con él aplica la frase del gran teórico de la sociología Robert Merton: “somos enanos en las espaldas de los gigantes”. Así podremos ver más lejos. No hay una nueva idea que no tenga otra detrás que la sostiene o que hace posible su formulación. Si se quiere avanzar, es necesario aprovechar los pensamientos ya consolidados en el pasado. Las ciencias sociales representan un proceso constante de construcción de conocimiento. Cada ser humano tiene como punto de partida su contexto sociocultural y, por lo tanto, subido a ese gigante que es la cultura, su evolución será muy distinta. Juan Linz formó parte de un selecto grupo de gigantes de la ciencia política y la sociología, donde destacan Samuel Eisenstadt, Robert Dahl, Stein Rokkan, Guillermo O’Donnell, Giovanni Sartori, Norberto Bobbio y Philippe Schmitter.
Estudioso de la política comparada, Juan Linz planteó el dilema de la elección entre presidencialismo y parlamentarismo, defendiendo este último sistema por considerarlo mayormente estable y con capacidad para establecer gobiernos de coalición. Sostenía que en un sistema parlamentario la supervivencia del Ejecutivo depende de sus apoyos en el Legislativo por lo que tiene buenas razones para promover políticas incluyentes hasta lograr una coalición ganadora. Por el contrario, en un sistema presidencialista no existen incentivos para estas políticas ya que el mandato es fijo, lo que produce mayores riesgos de polarización. En su obra “Democracia: presidencial o parlamentaria. ¿Hace alguna diferencia?” de 1985, sostiene que el presidencialismo es menos propicio para sostener regímenes democráticos. Además de que resulta complicado remover a un presidente democráticamente elegido que ya no tiene apoyo. Considera que los presidentes tienen relativamente poco tiempo para realizar sus proyectos, y el resultado es que intentan lograr mucho en ese lapso: “este sentido de urgencia exagerado puede incentivar políticas mal concebidas, intentos de implementación demasiado precipitados, furia no merecida hacia la oposición legal, y una multitud de otros males”. Agrega que en los sistemas presidenciales, la elección popular directa hace pensar al presidente que no necesita llevar a cabo el tedioso proceso de construir coaliciones y hacer concesiones a la oposición. Linz concluye que la mayoría de las democracias con más larga duración en el mundo tienen sistemas parlamentarios.
También formula la distinción entre sistemas totalitarios y autoritarios. Estos últimos representan “sistemas con un pluralismo político limitado y no responsable; sin una ideología elaborada y directora (pero con una mentalidad peculiar); carente de una movilización política intensa (excepto en algunos puntos de su evolución) y en los que un líder (o un grupo reducido) ejerce el poder dentro de límites formalmente mal definidos pero en realidad bastante previsibles”. Esta caracterización permitió el desarrollo de amplios estudios sobre el autoritarismo en el sur de Europa y en América Latina.
Sin embargo, en mi opinión, donde se encuentra la mayor originalidad de Juan Linz es en los procesos que influyen en la caída de una democracia, identificados con lo que denomina problemas insolubles de tipo estructural, que exceden la capacidad del régimen y que pueden surgir de la forma como el liderazgo democrático los formuló. Los problemas insolubles se traducen en pérdida de poder, vacío de poder o transferencia del poder con polarización de la sociedad y guerra civil. Para Linz el cambio de régimen es el resultado de procesos iniciados por la incapacidad o ineficacia del gobierno de resolver problemas para los cuales las “oposiciones desleales” se ofrecen como solución. El cambio de régimen es resultado de problemas que exceden la capacidad de las instituciones democráticas, produciendo una transferencia de lealtades. La obra de Linz seguirá siendo fundamental para entender el destino de los regímenes democráticos.
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