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18 mayo 2013

GENOCIDIO MAYA Y MEMORIA COLECTIVA


En un fallo histórico de la justicia guatemalteca, el pasado 10 de mayo el ex dictador Efraín Ríos Montt fue condenado a 80 años de cárcel por los delitos de genocidio y crímenes de lesa humanidad, perpetrados entre 1982-1983, contra la población indígena Maya-Ixil. Basado en la Doctrina de la Seguridad Nacional, su gobierno cometió innumerables violaciones a los derechos humanos a través de la estrategia militar denominada “tierra quemada”, consistente en destruir cualquier cosa que pudiera ser de utilidad al enemigo. Esta política produjo más de 10 mil ejecuciones extrajudiciales, cerca de 45 mil desapariciones forzadas y obligó a casi 100 mil personas a refugiarse fuera del país.



Hasta ahora se han podido documentar 669 masacres masivas. Conducida desde el Estado, incluyó destrucción de comunidades, quema de cosechas y muerte de animales para someter a los indígenas, acusados de apoyar a la guerrilla. La estrategia incluyó violaciones multitudinarias de mujeres frente a maridos e hijos, además el desplazamiento obligado de 29 mil familias. La guerra produjo 200 mil muertos y alcanzó su máxima violencia durante los 17 meses en que el general Efraín Ríos Montt detentó el poder. Según la ONU, casi todos los asesinatos fueron cometidos por el ejército y las fuerzas paramilitares. Persecución, tortura y exterminio alcanzaron a comunidades indígenas, líderes sindicales, estudiantes y sacerdotes considerados opositores. Ríos Montt implantó un gobierno castrense que llevó a cabo un genocidio sistemático como política de Estado. El terror fue parte de un plan de reorganización del país que incluyó la militarización del campo y la creación de las Patrullas de Autodefensa Civil que llegaron a sumar 500 mil integrantes, para aislar al movimiento guerrillero y controlar a las comunidades indígenas. El genocidio maya fue obra de militares y paramilitares quienes habrían cometido el 90% de los crímenes. De los miles de asesinatos, el 98% quedó en la impunidad, ya que pocos se atrevieron a interponer denuncias judiciales. Pese a todos los señalamientos, Ríos Montt se mantuvo durante décadas en un primer plano de la política guatemalteca. En el 2003 quedó en tercer lugar en las elecciones presidenciales, y sólo hasta el 2012 perdió la inmunidad legislativa, por lo que se le pudo juzgar.



El concepto genocidio proviene del griego “genos” -estirpe- y del latín “caedere” -asesinar-, y se refiere a una serie de actos sistemáticos orientados a eliminar enteramente, o en parte, a un grupo étnico, racial o religioso. El genocidio es la destrucción metódica de un grupo humano a través del exterminio de las personas, pero también de la anulación de sus testimonios culturales. En 1944 el concepto entró en uso, sugerido por el jurista polaco Raphaêl Lemkin, para describir los crímenes producidos por el nazismo: “entendemos por genocidio la destrucción de una nación o de un grupo étnico bajo un plan coordinado, cuya finalidad es eliminar a esos grupos”.




El genocidio está dirigido contra minorías nacionales, pero sus acciones afectan a los individuos, no en razón de sus cualidades personales, sino por su pertenencia al grupo nacional. La ONU adoptó el concepto genocidio para definir el “rechazo violento a la existencia de grupos humanos” y promulgó la “Convención Internacional para la Prevención y la Represión del Genocidio”, declarándolo un delito contra la humanidad e invocando la cooperación internacional para liberar a nuestras sociedades de este odioso flagelo.




El genocidio es un sistema elaborado, casi científico, de eliminación social dirigido contra minorías que sufren opresión y persecuciones de distinta naturaleza. Los criminales responsables de genocidio son culpables de delicta juris gentium que es una categoría jurídica para los delitos equiparables a la esclavitud, el tráfico de personas o la venta de órganos. El genocidio plantea el tema del Estado como sujeto de infracción. La represión del crimen de genocidio es un asunto de interés internacional que comporta responsabilidades para individuos y Estados. Debemos usar la memoria colectiva contra los genocidios porque “sólo así la muerte sirve a la vida”. El genocidio produce una clasificación jerárquica de los grupos humanos y establece actitudes de “rechazo al otro”. En 1998, los participantes en la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas para el Establecimiento de la Corte Penal Internacional votaron a favor de crear una corte permanente con jurisdicción sobre los delitos de genocidio, crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra, fue hasta el 2002 que el Tribunal Penal Internacional entró en funciones. Evitemos repetir los errores de la historia y las terribles experiencias del pasado: el holocausto nazi, el gulag estalinista, las dictaduras salvajes de América Latina, África y Asia, los distintos apartheid, las limpiezas étnicas, las atrocidades en Camboya y Afganistán, así como los genocidios en la antigua Yugoslavia, Ruanda y Chechenia. Ríos Montt enfrentará un juicio 31 años después de cometidos los crímenes. Finalmente, empieza a verse luz al final del túnel de la impunidad que prevaleció durante décadas.