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07 junio 2013

ELOGIO DE LA TOLERANCIA



Hoy 30 de mayo se cumplen 235 años de la muerte del filósofo e historiador francés Francoise Marie Arouet de Voltaire, considerado uno de los representantes más importantes de la Ilustración, quien se presenta como defensor de la tolerancia y los derechos humanos. Estableció los fundamentos de la lucha contra los dogmatismos y fanatismos de la época moderna. Sostenía que la tolerancia es un principio racional: “estamos llenos de debilidades y errores: la primera ley de la naturaleza exige perdonarnos recíprocamente nuestras torpezas”. La idea de progreso y razón que dominó el panorama político y cultural durante siglos, y que heredamos del proceso de renovación humanística que representó el movimiento ilustrado, ha llegado hasta nosotros. La tolerancia se sustenta en la igualdad democrática de los derechos, dado que en la sociedad tolerante, lo respetado no son las ideas y creencias de las personas, sino las personas mismas. En su Diccionario Filosófico de 1764, define a la tolerancia de una manera que ha resistido el paso de los siglos: ¿Qué cosa es la tolerancia? se pregunta, y agrega: “un patrimonio de la humanidad”. Voltaire rechaza cualquier forma de religión que persiga a los no creyentes y que promueva la intolerancia, la idolatría o la tiranía. Quienes en esos momentos eran víctimas de persecuciones, encontraron en Voltaire un elocuente defensor. El suyo era un proyecto de laicización: sólo se logra pensar libremente, sostenía, sin las ataduras del miedo servil. Es el portador por excelencia de los valores del racionalismo, un defensor de los derechos de la persona, del pluralismo civil, de la confianza en la cultura y de la intransigente lucha contra los prejuicios. Voltaire combatió las supersticiones, la crueldad y el dogmatismo, pero sobre todo, combatió las injusticias cometidas por el hombre. Para Voltaire es necesario propiciar un mundo en el que la razón y la tolerancia sustituyan a la violencia y la barbarie.



La tolerancia debe ser considerada una forma de apertura, comprensión y respeto por la diversidad. Es una virtud que permite la cooperación y la inclusión de las diferencias. La tolerancia representa un fin en sí mismo, porque privilegia la persuasión sobre la fuerza. Voltaire concibe a la tolerancia no sólo como una actitud moral y ética sino como una regla de convivencia social y política. Promueve la tolerancia a través del diálogo como una expresión ingeniosa de la palabra, capaz de abrir, incluso, al espíritu más cerrado. La tolerancia se ha transformado de precepto moral a norma jurídica, a través del reconocimiento de los derechos inalienables del ciudadano. Cuando la tolerancia transitó al ámbito de la política impuso a los ciudadanos un código de conducta civil, que representó al buen gobierno (gobierno de las leyes), distinguiéndolo del mal gobierno (gobierno de los hombres). Encontramos así un lento recorrido de la tolerancia desde el terreno de las controversias religiosas, al ámbito de las controversias políticas. La tolerancia permite la inclusión pública de diferencias e identidades colectivas excluidas, marginadas u oprimidas. La tolerancia representa un conjunto de principios de la convivencia civil que están representados en la famosa frase de Aristóteles según la cual la persona es un «Zoon Politikon», es decir, un ser que aspira a la asociación urbana o, más simplemente, un individuo que ambiciona ser un ciudadano.


Los valores que identifican a la democracia no han impedido el surgimiento del prejuicio y la discriminación, como formas de rechazo y desprecio social. Es frecuente culpar a los adversarios quienes son víctimas expiatorias, se considera que son ellos, y no nosotros, los responsables de los problemas. Esto ocurrió durante los hostigamientos y las persecuciones religiosas de la antigüedad, y sigue ocurriendo actualmente. La vieja fórmula ha continuado a ser la misma: «ellos, a los que perseguimos a causa de sus creencias, sólo pueden salvarse si aceptan la religión verdadera (es decir, la nuestra); ellos, a los que intentamos destruir, están preparando nuestra destrucción, mientras que nosotros sólo nos limitamos a ejercer el derecho de protegernos». Construir tolerancia implica tratar de ser inmunes a los estereotipos y a la parcialidad, lo que significa reconocernos, al mismo tiempo, como iguales pero diferentes, sintetizando dos conceptos que se conciben contrapuestos. La tarea de la política en la democracia consiste en garantizar el respeto y la promoción de los valores cívicos. Si en la concepción tradicional de tolerancia aparecía el dilema: “mi libertad termina donde inicia la tuya”; en la nueva interpretación pluralista de la tolerancia el principio de convivencia se ha transformado, estableciendo que: “el ejercicio de mi libertad y de mis derechos, se convierten, en una condición para el ejercicio de tu libertad y de tus derechos”. La tolerancia multicultural enfatiza la inclusión del mayor número de iniciativas y puntos de vista en la construcción democrática. Por ello, mientras la sociedad tolerante, no discriminatoria e incluyente no sea una realidad palpable en México, Voltaire seguirá estando entre nosotros.