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06 febrero 2014

PARA LEER A GIOVANNI SARTORI




























Pensador siempre polémico, rico de interpretaciones y análisis, el politólogo italiano Giovanni Sartori, pertenece a una tradición de teóricos sobre la democracia que han establecido importantes mapas de ruta para enfrentar los desafíos a los que está sometido este régimen político. Impulsor del método de la comparación en las ciencias sociales, Sartori ha sido profesor en las prestigiosas universidades de Florencia -su ciudad natal-, Stanford y Columbia. En México, la Universidad de Guadalajara y la UNAM le han otorgado el Doctorado Honoris Causa. Desde el lejano 1957 cuando publicó su famosa obra Democracia y Definiciones, ha venido proponiendo un debate sobre las debilidades del régimen democrático, entre las que identifica el desafío del ciudadano total y los riesgos de la tiranía de la mayoría. Las democracias, sostiene, han construido su propia estabilidad después de haber pagado el precio por el sacrificio de millones de personas en dos guerras mundiales. La democracia se ha consolidado a través de los decenios y hoy evidencia grandes desencantos, disfunciones y defectos que se manifiestan ya sea a través de las promesas no mantenidas o por medio de un conjunto de reglas muy complicadas para poder garantizar resultados inmediatos. Sartori recuerda que actualmente muchos ciudadanos de las democracias contemporáneas han olvidado los horrores causados por los enemigos de la democracia.


En un contexto optimista en relación con la posibilidad de una mayor difusión de la democracia, los estudiosos de los fenómenos políticos registran crecientes aspectos críticos sobre su estado de salud. Identifican procesos que generan desconfianza hacia las instituciones y que pueden minar el consenso social, incidiendo en el funcionamiento de la democracia. El consenso sobre esta forma de gobierno es relativamente reciente. Antes del siglo XVIII, casi ningún autor pensaba que la democracia era un modo deseable para organizar la vida política. Platón en su obra Republica, consideraba que la democracia constituye una forma de gobierno deplorable en cuanto inhibe aquellas cualidades como la sabiduría o la preparación, que son necesarias para tener una autoridad política capaz. Por su parte, Rousseau en El Contrato Social, sostiene que “una verdadera democracia no ha existido y nunca existirá. Es contra el orden natural que el gran número gobierne y que la minoría sea gobernada”, presentando con esta definición una concepción sustancial de la democracia como una forma de gobierno basada en la participación directa del pueblo en la vida política.



Sobre este tema, Giovanni Sartori afirma que la democracia está representada por un conjunto de reglas cuyo núcleo fundamental consiste en la existencia de procedimientos que garanticen la libre elección de los gobernantes por parte de los gobernados. Sostiene que sin la existencia de tales condiciones hablar de democracia es solamente un ejercicio retórico y demagógico. Reconoce, sin embargo, que la existencia de este núcleo básico de procedimientos representa una condición necesaria, pero no suficiente, para que se consolide y desarrolle un sistema político de calidad. Si es verdad que los gobiernos democráticos solamente pueden derivar de la correcta aplicación de los procedimientos democráticos, no es verdad lo contrario: que la sola existencia de reglas democráticas garantiza, por sí misma, la formación de gobiernos democráticos. En la libertad de mandato y en el margen de maniobra que son típicos de la moderna representación política, existe también la posibilidad de que los representantes actúen utilizando los procedimientos democráticos con el objetivo de manipular las leyes para no hacer responsables a los líderes respecto de sus acciones. La asimetría entre los “pocos” y los “muchos” que es natural a la representación política, se confirma como un elemento siempre presente en la crítica a la legitimidad democrática.



Entre otros temas, Sartori analiza el nexo entre opinión pública y democracia afirmando que la primera es el fundamento sustantivo de la segunda. La opinión pública se encuentra en crisis por la propaganda autoritaria y las nuevas tecnologías de la comunicación. Considera que la televisión produce un “homo videns” que sólo se informa visualmente renunciando a toda capacidad de razonamiento, nulificando la palabra escrita e impidiendo la formación de ciudadanos críticos. También polemiza sobre la cuestión social en el régimen democrático. Se pregunta si los derechos sociales deben o no ser tutelados en una democracia dado que no son absolutos. Distingue entre derechos y necesidades sociales que son contemporáneamente legales y morales. Legales porque están garantizadas por la ley y morales porque representan adquisiciones de valor civilizatorio. El problema deriva, según Sartori, de que además de ser legales y morales, los derechos sociales también “cuestan” por lo que en situaciones de crisis económica es posible limitarlos, ya que -a diferencia de los derechos formales- son costosos en cuanto son materiales. Considerado uno de los más refinados estudiosos de la política, Sartori alerta sobre las dificultades de la democracia, las cuales son enormes, pero no por ello podemos renunciar a la idea de hacer menos desiguales a personas que nacieron desiguales.