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30 noviembre 2005

ELECCIONES Y DEMOCRACIA


La ciencia política es aquella parte de las ciencias sociales que estudia con una metodología empírica a los fenómenos políticos. La ciencia política es conocimiento empírico orientado a la formulación de teorías de alcance medio y en consecuencia, el conocimiento politológico es un saber aplicado. Para que la política pueda presentarse como ciencia debe cumplir con los siguientes requisitos metodológicos: a) evidenciar regularidades, b) someterse a la verificación, c) elaborar técnicas de observación y registro de datos, d) sistematizar los conocimientos adquiridos cuantificando y creando tipologías y e) en cuanto ciencia, la política debe distinguir los valores de los hechos. Por lo tanto, para que el estudio de la política adquiera un estatuto científico debe cumplir con ciertos canónes metodológicos propios del conocimiento empírico, dentro de los que destacan: la observación, el control y la acumulación de los datos. De esta forma, en tanto que la ciencia, en general, representa una empresa colectiva fundada en la verificabilidad y la controlabilidad, la ciencia política, en lo particular, manifiesta objetivos esencialmente analíticos y descriptivos. El método primordial en el análisis politológico es el método comparado que es parte integrante del método de las ciencias sociales en general. Es importante tener presente que la palabra "comparado" se refiere a un método de estudio y no a un cuerpo sustantivo del saber. A diferencia de las ciencias naturales que establecen relaciones invariables de validez universal, en las ciencias sociales y concretamente en la ciencia política no existen leyes ni teorías generales, no existe un único ideal científico y además se encuentra presente una gran diversidad metodológica. De esta manera, el objeto de estudio de la ciencia política se encuentra representado tanto por los aspectos institucionales como son las formas de gobierno, los sistemas de partido o sistemas electorales, así como por los aspectos del comportamiento de los individuos que inciden en la realidad política como son las votaciones, la participación política, la formación de los movimientos colectivos, la cultura política y la opinión pública o los procesos decisionales. Analizar y explicar de forma sistemática las operaciones, la estructura y el funcionamiento de las instituciones de gobierno así como de los procesos de cambio político son una tarea primordial de la ciencia política.

11 noviembre 2005

FLACSO


Una gran institucion Posted by Picasa

UNA CIENCIA POLÍTICA PARA LA DEMOCRACIA

¿Cuál ciencia de la política?
Esta pregunta es importante en la medida en que la ciencia de la política estudia con una metodología empírica los fenómenos políticos formulando teorías de alcance medio y en consecuencia, el conocimiento politológico es un saber aplicado. Para que la política pueda presentarse como ciencia debe cumplir con requisitos metodológicos que evidencien regularidades y permitan la verificación, que contribuyan a la elaboración de técnicas de observación y registro de datos, y que sistematicen los conocimientos adquiridos cuantificando y creando tipologías. En cuanto ciencia, la política debe saber distinguir los valores de los hechos. La observación, el control y la acumulación de los datos representan una empresa colectiva fundada en la verificabilidad y la controlabilidad. De esta forma, la ciencia política manifiesta objetivos no sólo descriptivos sino también analíticos. El método primordial en el análisis politológico es el método comparado que es parte integrante del método de las ciencias sociales en general. Es importante tener presente que la palabra "comparado" se refiere a un método de estudio y no a un cuerpo sustantivo del saber. A diferencia de las ciencias naturales que establecen relaciones invariables de validez universal, en las ciencias sociales y concretamente en la ciencia política de nuestro tiempo, no existen leyes ni teorías generales, como tampoco existe un único ideal científico sino que se encuentra presente una gran diversidad metodológica y de interpretaciones. Esto se debe a que la ciencia política tiene dos dimensiones que aquí sólo describimos muy sintéticamente: la primera articulada en torno a los protagonistas, las teorías y los paradigmas de la “ciencia política clásica” (en donde encontramos autores que van desde Platón a Gaetano Mosca, pasando desde luego por Aristóteles, Marsilio de Padova, Maquiavelo, Hobbes, Locke, Montesquieu, Rousseau, Tocqueville, Pareto y Michells); y la segunda dimensión articulada en relación con el mosaico de enfoques, investigaciones, conceptos y teorías de alcance medio sobre las cuales se ha desarrollado el conocimiento politológico durante los últimos cincuenta años. En esta última dimensión destacan: el enfoque comportamentista (Gabriel Almond), el paradigma sistémico (David Easton), el estudio sobre las élites y los grupos de poder (Kaplan, Lasswell, Seymour M. Lipset), el análisis de la estructura del poder local (Wright Mills y Robert Dahl), la política comparada (Bingam Powell y Giovanni Sartori), el enfoque del desarrollo político (Apter, Coleman, Organsky, Eisenstadt), la temática de las políticas públicas y de la ciencia de la administración (Giorgio Freddi, William Dunn, Charles Lindblom), el redescubrimiento del Estado y el enfoque neomarxista (Ralf Miliband, Nicos Poulantzas, Tedda Skocpol, Claus Offe), los modelos de democracia (Joseph Schumpeter, Norberto Bobbio, David Held), el neocorporativismo y el consociativismo (Philipe Schmitter, Arendt Lijphart), el enfoque económico de la política (Anthony Downs, Mancur Olson, Albert O. Hirschman) y más recientemente, el rational choice y el “regreso” de las instituciones (March y Olsen, y Douglass North).



Más allá de la diversidad análitica, es posible concluir esta breve reflexión afirmando que la ciencia política es hoy una disciplina consolidada, caracterizada por una larga historia y por un futuro previsiblemente consistente. Conocer las modalidades con las cuales funcionan y se transforman los sistemas políticos sirve para convertirse en buenos ciudadanos, lo que no significa, ciertamente, ciudadanos obsequiosos ante el poder, sino ciudadanos que tienen interés por la política, capacidad para adquirir y seleccionar la información que necesitan, y de utilizar los instrumentos de la participación activa para controlar a los gobernantes en todos los niveles y, si es necesario, para cambiarlos.