agitadores de ideas

agitadores que agitan ideas

31 marzo 2005

LÉXICO DE LA POLÍTICA


Léxico de la Política

Coloquio sobre Racismo en el siglo XXI
Alain Touraine

Norberto Bobbio

Intolerancia Social: Prejuicios, Estigmas, Estereotipos

RESISTENCIA CIVIL Y HARTAZGO CIUDADANO

“Allí donde acaba la ley empieza la tiranía, quien ejerciendo autoridad se excede en el poder que le fue otorgado por la ley, y se sirve de la fuerza que tiene al mando suyo para cargar sobre sus súbditos obligaciones que la ley no establece, deja por ello mismo de ser un magistrado y se le puede ofrecer resistencia, lo mismo que a cualquiera que atropella por la fuerza el derecho de otro”: John Locke, Ensayo Sobre el Gobierno Civil.



Tradicionalmente, la resistencia civil puede expresarse en diferentes formas: desde la negativa al pago de impuestos hasta la desobediencia de las leyes, y en casos extremos puede incluso convocar a la violencia. El derecho a la expresión pública y la manifestación pacífica del disenso por parte de los ciudadanos proyecta un uso persuasivo de la resistencia civil en un sistema de reciente democratización como lo es el nuestro que prevé además escasos mecanismos de consulta directa. Dentro del marco legal vigente la resistencia civil se presenta como una forma de protesta dentro de las posibilidades que ofrecen los métodos políticos democráticos tradicionales. La resistencia civil cuestiona la eficacia del orden constituido sin meterlo en crisis y es representativa de la amplia gama de modalidades de protesta social frente a las incapacidades del poder público. La resistencia civil busca deslegitimar al gobierno por su ineficacia en el combate a la delincuencia, la violencia y la inseguridad y no es resultado de ninguna manera de la “politización de la inseguridad pública” como sostienen algunos. Esta forma de protesta es considerada “civil” justamente porque acentúa el componente ciudadano en oposición al de la sociedad política y porque pone en evidencia el carácter público, pacífico y demostrativo de los actos de resistencia ciudadana. En la historia del pensamiento político existen dos maneras de concebir la degeneración del poder: de un lado, el abuso en el ejercicio del poder (tyrannus quoad exercitium) y del otro, el defecto de legitimación (tyrannus absque titulo) que puede derivar, entre otras cosas, de la ineficaz gestión del poder político.


El malestar social se incrementa rápidamente cuanto más aumenta la conciencia social sobre la ineficacia e ineficiencia del gobierno sin importar su carácter local o nacional. En el pensamiento democrático el deber de la desobediencia civil se encuentra implícitamente contrapuesto al deber de la obediencia civil, es decir, al deber de obedecer la ley planteado como un principio de cualquier orden democrático. Las justificaciones de la resistencia civil se encuentran en una ley moral superior a las leyes de cualquier gobierno y en la necesidad de oponerse a violaciones flagrantes de los derechos humanos o a la incapacidad manifiesta del gobierno. La eficacia de la desobediencia civil radica en que es una forma de oposición a las políticas de los gobiernos que se fundamenta en motivaciones de conciencia y legitimidad. La resistencia civil tiene objetivos no destructivos sino más bien innovativos del orden jurídico por lo que el gran filósofo de la política John Rawls considera que “la desobediencia civil representa un acto político consciente, público y pacífico contra la ley, realizado con la intención de cambiar la ley o la política del gobierno”. Se considera que la resistencia civil se debe emprender como último recurso y cuando han ya fracaso los caminos de la persuasión y del diálogo. El “deber de la obediencia” y el “derecho a la resistencia” han sido dos temas clásicos de la teoría política. El estudio de las formas de adquisición, ejercicio y conquista del poder, nunca abandonó la reflexión sobre las modalidades de resistencia a la opresión y a la ineficacia de los gobiernos. La pregunta: ¿cómo puede el ciudadano de los modernos regímenes democráticos resistir a los dictámenes de un gobierno considerado injusto, opresivo o ineficaz?, plantea las dimensiones del problema de la violencia institucionalizada y de la enorme capacidad destructiva y organizativa de la delincuencia. La práctica de la resistencia ciudadana es quizá la única forma de presión legitima que sirve en última instancia para modificar las relaciones de poder vigentes en el interés de los gobernados. No hay duda de que el viejo tema de la resistencia civil adquiere actualidad en el contexto que estamos viviendo de fracaso de las instituciones. La saludable reactivación de la sociedad civil encarna, sin embargo, el riesgo latente de un despertar caracterizado por las convocatorias fundamentalistas a la “antipolítica” y al rechazo de las instituciones y de sus representantes.


30 marzo 2005

DERECHOS DE LOS ANIMALES NO HUMANOS


Matanza Focas Canadá 2005 Posted by Hello

EL HOMBRE COMO ANIMAL

El tema de la INTOLERANCIA ECOLÓGICA incorpora el problema de los derechos de los animales:



Hablar de derechos de la naturaleza quiere decir también proteger la vida y el bienestar de los animales contra las agresiones y amenazas por parte de las personas que desde siempre han vivido en conflicto con aquellos: el animal es en parte provechoso (como animal doméstico y de cría) y en parte dañino y peligroso (en cuanto "salvaje") que fácilmente puede considerarse "enemigo universal" del ser humano. Ha existido desde hace largo tiempo la idea de una supuesta “superioridad” del hombre por sobre los animales a partir de la pregunta ¿Qué clase de animal somos? La cual fue de algún modo formulada hace más de dos mil años por Aristóteles quien sostuvo que un ser humano capaz de vivir fuera de la sociedad era “una bestia salvaje o un Dios” [1]. Tres son los argumentos de esta supuesta superioridad: “1) somos un organismo, es decir, una criatura viva nacida (cosa que no ocurre con todos los organismos) de un progenitor masculino y uno femenino de los cuales hemos heredado nuestros genes, 2) somos un organismo con cerebro y, por tanto, con mente; y aunque otras especies también tienen mentes, la nuestra es sumamente más compleja y sofisticada que incluso las de los más inteligentes de nuestros parientes genéticos próximos, los chimpancés, 3) somos un organismo con una mente compleja que vive en contacto regular con otros organismos con mentes complejas, y por consiguiente, tenemos una vida social en la que tenemos relaciones con otras personas, relacionadas a las que nosotros y esas otras personas dotan de significado” [2].



Requerimos reflexionar sobre los derechos individuales y los derechos colectivos de los animales. Algunos de los derechos individuales de los animales son la prohibición de torturas y experimentos "científicos" sobre ciertas especies mientras que los derechos colectivos de los animales contemplan reglamentaciones a la caza y prohibiciones legales contra el maltrato. La protección a los animales fue primero de orden religioso y después científico-filosófico. Esta reflexión parte casi siempre de la pregunta de si el ser humano ocupa una posición especial o bien, debe concebirse en relación con el mundo animal: en las religiones naturales, persona y animal se consideran emparentados; en las religiones hindú y budista está prohibido sacrificar animales; en el antiguo Egipto existe una "buena relación" con el animal; en la religión judía y cristiana, el animal es un ser creado por Dios, aunque sometido al hombre, en una relación que puede considerarse de "mutua confianza". Esta posición está muy bien representada en la época clásica helenista de los griegos por Pitágoras y Plutarco quienes entre los siglos I y II d.C. formulan alegatos en favor del vegetarianismo: “por una pequeña porción de carne privamos un alma del sol, de la luz y del curso de su vida” [3]. Para los romanos -fuente de la tradición jurídica europea- resultó determinante la distinción entre personas y cosas y la atribución de los animales al mundo de las cosas. En el medioevo, San Francisco de Asís sublima la relación persona-animal hasta la "fraternidad" con este último. En muchos sentidos San Francisco de Asís puede ser considerado el “ecologista de Dios”. La concepción de Santo Tomás de Aquino es que el individuo tiene el deber de no hacer sufrir a los animales, pero sólo como consecuencia indirecta del deber que cada uno tiene hacia las otras personas para no ofender su sensibilidad mediante espectáculos crueles que pueden endurecer los ánimos y empujar a las personas a convertirse en crueles en relación con sus semejantes [4]. Durante el medioevo era corriente ubicar al hombre a la cabeza de la creación y considerarlo en la cima de la perfección universal. A pesar de sus vínculos reconocidos y obvios con los antropoides y los monos restantes (llamados entonces Quadrumana: los que tienen cuatro manos) era frecuente colocar a la persona en un orden aparte (Bimana: los que tienen dos manos). Esta actitud respondía indudablemente a la necesidad de satisfacer la propia vanidad humana y, al mismo tiempo, los requerimientos de la doctrina de la Iglesia. Para ese entonces se desconocía la existencia de formas intermedias en el sentido que damos ahora a este concepto; pero se admitía la existencia de lo que, con toda desvergüenza, se consideraban formas “superiores” e “inferiores” de humanidad. Estas segundas se distinguían por poseer caracteres bestiales en su aspecto y su comportamiento [5]. Incluso el nombre “primate” se encuentra en abierta alusión al presunto “primer lugar” que el hombre ocuparía en el reino animal. Desde tiempos inmemoriales el individuo se autoasignó el dominio sobre otros animales denominando eufemísticamente a esta práctica “domesticación”, es decir, que forma parte de un hogar, domus, que está sometido al dominio de un amo al que proporciona sus productos, sus servicios y que se reproduce en estado de cautiverio [6].



 


[1 Aristóteles, Política, Madrid, Aguilar, 1991, parágrafo 1253ª, p. 29.[2] Runciman, W.G., El Animal Social, Madrid, Taurus, 1999, p. 9.
[3]
Livorsi, Franco, “Il Paradigma Ambientalista Latente nella Storia. La Grecia Antica e il Romanticismo Religioso e Politico”, en Il Mito della Nuova Terra, Milán, Giuffré, 2000.
[4]
Salt, Henry S., Los Derechos de los Animales, Madrid, Libros de la Catarata, 1999, pp. 34-35.
[5]
“Cualquiera que sea el valor filosófico o taxonómico que le atribuyamos a las adquisiciones del hombre en el terreno de la cultura, la ética o la técnica, siempre quedará en pie un hecho: en el plano estrictamente biológico el hombre está menos separado de los simios que estos últimos de los restantes mamíferos”: Cfr. Hill, Osman, El Hombre como Animal, Buenos Aires, EUDEBA, 1964, PP. 15-16.
[6]
Thevenin, René, El Orígen de los Animales Domésticos, Buenos Aires, EUDEBA,1961, PP. 5-6

29 marzo 2005

FORMAS MODERNAS DE LA INTOLERANCIA


Formas Modernas de la Intolerancia, Oceano 2005 Posted by Hello

Racismo y "Caza-Inmigrantes" en el Siglo XXI

A propósito de los "caza-inmigrantes" de Arizona

La ideología racista aparece como un fenómeno "profundamente moderno y occidental", tanto que un elemento que permite distinguir entre la intolerancia social y la intolerancia cultural, es que la primera representa solamente un rechazo al "otro", es decir, al "diferente" mientras que la intolerancia cultural plantea la persecución, y donde sea posible la eliminación, de la diferencia . El "nuevo racismo" ya no opera como antaño cuando se fundaba en la "inferioridad biológica de las personas"; sino que la novedad radica en la "diferencia cultural" como criterio de legitimación del racismo . La intolerancia cultural aparece representada, entonces, por el racismo como una de las expresiones contemporáneas del uso de la violencia para la eliminación de las diferencias . Este rechazo de la diferencia da vida a la heterofobia (hetero= diversidad, fobia= miedo) como una actitud que representa la enfermedad moral de las sociedades contemporáneas. La heterofobia constituye en modo principal un "sentimiento de temor y de odio ante los otros, los distintos, los extraños, los forasteros, los que irrumpen desde el exterior en nuestro círculo de identificación" . La heterofobia representa la desconfianza, el miedo y hasta el odio en contra de los que no pertenecen a nuestro grupo. La "imitación psicosocial" que realizan los integrantes de la sociedad forma parte de la identidad colectiva que integra el nosotros que caracteriza a cualquier comunidad de individuos. El concepto racismo es un concepto tan omnicomprensivo y tan cotidiano que da la impresión de formar parte del paisaje de todos los días. El Mal absoluto se convirtió en el Mal ordinario . Es así como la "imitación psicosocial" representa un dispositivo en contra del disenso que pudiera manifestarse al interior de un grupo y al mismo tiempo proporciona certidumbre y confiabilidad al resto de los integrantes de la comunidad. En el grupo no viven sólo los que se parecen entre sí sino "los que son lo mismo que es casi como decir: el mismo" . Esta identificación produce el «nosotros» en relación con el grupo social de referencia y al mismo tiempo la identificación de los «otros» es decir, de quienes no forman parte del grupo . En el análisis de las percepciones del sí mismo y del otro, distintos investigadores han sostenido que la diversidad del formarse y del diferenciarse de las identidades colectivas tiene que ver en modo primordial con la diferencia cultural entre los individuos y los grupos . Por lo tanto, el concepto racismo representa de un lado, un comportamiento constituido por el odio y el desprecio con respecto a personas que poseen características físicas bien definidas y distintas; y del otro, una ideología que plantea una graduación de las razas humanas. Tanto el comportamiento como la ideología no siempre aparecen al mismo tiempo. Incluso es posible distinguir entre racismo y racialismo: con el primero se hace referencia al comportamiento y con el segundo a las ideologías . El odio y la zozobra que se siente ante lo nuevo es una expresión típica de la heterofobia. De esta manera si adoptar las novedades y convivir con lo diferente es difícil dentro del ámbito de la identificación social, pluralizar las posibilidades dentro del ser colectivo es cosa aún más delicada. El racismo es el mayor fenómeno social de nuestro tiempo y requiere la atención de los estudiosos y de los científicos sociales.

16 marzo 2005

INDÍGENAS: ¿DERECHOS INDIVIDUALES O COLECTIVOS?


PARA UNA CIENCIA POLÍTICA DE LOS DERECHOS COLECTIVOSPosted by Hello

MÉXICO: DERECHOS INDIGENAS

Reforma Constitucional Inconclusa y Derechos Políticos de los Pueblos Indígenas.


En México los principales problemas colectivos que sufren los pueblos indígenas no pueden solucionarse con la normatividad jurídica existente. La reforma constitucional para el reconocimiento de los pueblos como sujetos colectivos de derecho y para la vigencia de sus derechos fundamentales, de conformidad a los Acuerdos de San Andrés, sigue siendo una demanda pendiente y la principal solución a los mismos. De esta reforma depende la solución en cascada de todos los demás problemas particulares. El 25 de Abril 2001 el Senado de la República, modificando la iniciativa presidencial, aprobó el dictamen sobre el “Proyecto de Decreto en Materia de Derechos y Cultura Indígena por el que se adiciona un segundo y tercer párrafos al artículo 1º, se reforma el artículo 2º, se deroga el párrafo primero del artículo 4º, se adiciona un sexto párrafo al artículo 18 y un último párrafo a la fracción tercera del artículo 115 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”. El dictamen modifica substancialmente la iniciativa COCOPA e incorpora sólo parte de los acuerdos de San Andrés. La discusión se trasladó a la Cámara de Diputados, que aprobó la reforma el 28 de Abril del 2001. Pocos días después (30 de abril) el EZLN rechazó el dictamen del Congreso de la Unión. De acuerdo con la reforma a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo 2, se reconoce que “la nación tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la colonización y que conserva sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas o parte de ellas”.[1] La historia mexicana muestra que las reformas constitucionales no resuelven por sí mismas los problemas para los que fueron pensadas. La constitución es un marco programático, discursivo y normativo fundamental que debe actuarse y ejecutarse en la práctica. Además, al referirse a pueblos, la constitución debe reconocer aquellos derechos que permiten la pervivencia de los grupos culturales que componen la nación, para generar condiciones de igualdad, es decir, derechos colectivos. De acuerdo con el derecho internacional de los derechos humanos existen diversos estándares que, de cumplirse en el Estado mexicano, revertirían la situación actual sobre todo en materia de derechos políticos. Lo que se hizo en el caso de la reforma constitucional en materia electoral no se ha hecho en materia indígena. Lo que se hizo en bien de los municipios al reformar el articulo 115 de la Constitución no se ha hecho para los indígenas. Por esta razón el posicionamiento y la definición de los diferentes actores se orienta principalmente en torno a los lineamientos para redistribuir poder político hacia la comunidad y el municipio.[2] El tema de los derechos políticos de los pueblos y comunidades indígenas se trata en la fracción tercera del articulo segundo del ordenamiento constitucional. Es necesario perfeccionar el marco jurídico para el reconocimiento de las prácticas tradicionales en la elección de autoridades.[3] Sería necesario reconocer lo que Will Kymlicka llama los “derechos poliétnicos” a partir de los cuales los pueblos y comunidades indígenas puedan elegir, de acuerdo con sus normas, procedimientos y prácticas tradicionales, a las autoridades o representantes para el ejercicio de sus propias formas de gobierno interno garantizando la participación de las mujeres.[4] También sería necesario plantear un redistritación electoral indígena para adecuar las representaciones políticas con el territorio. La nueva relación entre pueblos indígenas y Estado pasa por un proceso de transformaciones sustanciales en los ámbitos federal y estatal que ven en la reforma institucional municipal un aspecto central a partir de la transferencia de facultades, funciones y recursos al ámbito local, el reordenamiento territorial y la promoción de políticas públicas. En distintos estados de la República los partidos políticos presionan para desmantelar el modelo de las autoridades tradicionales descomponiendo el tejido social de los pueblos indígenas. Aunque la situación en general es lamentable, sobre todo si consideramos los estados de Guerrero, Chiapas y Veracruz, en el estado de Oaxaca los municipios pueden elegir a sus autoridades a través de usos y costumbres[5], aunque algunas veces éstos se emplean para imponer cacicazgos. La legislación local en Oaxaca y en Campeche en comparación con otros lugares de la República es la más avanzada.[6] En Oaxaca la ley ha tenido cambios en 1995 y 1999 para propiciar el reconocimiento de los mecanismos de usos y costumbres para la elección de autoridades.[7] Allí existen 420 municipios que se rigen por usos y costumbres. En ese estado la ley reconoce a las comunidades indígenas como “personas morales de derecho público” y la autonomía como “la expresión de la libre determinación de los pueblos y comunidades indígenas […] para adoptar por sí mismos decisiones e instituir prácticas propias relacionadas con su cosmovisión, territorio indígena, tierra, recursos naturales, organización sociopolítica, administración de justicia, educación, lenguaje, salud y cultura”.[8] En Campeche los juzgados conciliadores están en manos de indígenas, quienes a su vez realizan toda la conciliación local. Además, en este último lugar se está trabajando en la documentación de los usos y costumbres. En Querétaro se está usando para que los jueces las apliquen en la procuración de justicia.[9] Desde 1987 la Constitución del estado de Guerrero se reformó en el sentido del reconocimiento de la pluriculturalidad. Sin embargo, puede concluirse que en términos generales los usos y costumbres de los pueblos indígenas no se respetan como parte integrante de la vida jurídica de México.




[1] Artículo 2 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.[2] “El reconocimiento de la pluriculturalidad y libre determinación expresadas en el ejercicio de la autonomía local, constituye el eje de esta nueva formulación y repercute de manera significativa en distintos campos de la vida nacional, particularmente en la redefinición de los poderes locales”: Cfr. González Saravia Calderón, Dolores, Pueblos indígenas y municipio, Centro de Servicios Municipales Heriberto Jara, AC, México, 2000, p. 10.[3] Henríquez Arellano, Edmundo, “Usos, costumbres y pluralismo en Los Altos de Chiapas”, en Democracia en tierras indígenas. Las elecciones en los Altos de Chiapas (1991-1998), El Colegio de México, México, 2000, pp. 29-60.[4] Kymlicka, Will y Norman, Wayne, “Citizenship in culturally diverse societies: issues, Contexts, Concepts”, en Citizenship in diverse societies (Will Kymlicka ed.), Oxford University Press, Oxford, 2000.[5] Flores Cruz, Cipriano, “Características, regulación y perspectivas del sistema electoral por usos y costumbres”, en Derechos indígenas y elecciones, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, México, 2003, pp. 31-48.[6] Velásquez, María Cristina, El nombramiento. Las elecciones por usos y costumbres en Oaxaca, Instituto Estatal Electoral de Oaxaca, Oaxaca, 2000,pp. 149-187.[7] “Ley de Derechos de los Pueblos y Comunidades Indígenas del Estado de Oaxaca”, en Gónzalez Guerra, Gisela (Comp.), Derechos de los pueblos indígenas. Legislación en América Latina, Comisión Nacional de los Derechos Humanos, México,1999, pp. 522-538.[8] Ibidem, p. 524.[9] “Y cuando se vaya al juez de distrito éste conozca los usos y costumbres a los que nos estamos refiriendo. Fue el caso de la indígena que fue untada con chile en Querétaro, que se aducía que era un uso y costumbre. Que cuando vas ya no es un uso y costumbre, es una práctica violatoria de derechos humanos”: Cfr. Intervención de Xóchitl Gálvez, titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, en la Jornada Interactiva “La reforma constitucional en materia indígena: balance y perspectivas”, organizada por el Centro de Estudios Sociológicos del Colegio de México, 10 de junio de 2004, sala Alfonso Reyes, México, DF. http://www.colmex.edu

14 marzo 2005

REVOLUCIÓN


revolución Posted by Hello

CIUDADANÍA Y EXCLUSIÓN EN MÉXICO




Cuando analizamos la evolución histórica de nuestras culturas latinoamericanas observamos que aún en las sociedades en vías de democratización se desarrollan distintas formas de exclusión e intolerancia. En nuestros días, incluso por cuanto se refiere al Estado democrático observamos la aparición de formas "modernas" de intolerancia que tienen su origen en prejuicios y actitudes de rechazo frente a la diversidad social. Dado el nuevo rostro con que se presentan las diferentes formas de exclusión en este breve trabajo me propongo hacer referencia a cuatro tipos de intolerancia que son típicos de nuestros tiempos. Estos son: 1) la intolerancia social fundada en el estereotipo, la indiferencia y el escepticismo; 2) la intolerancia cultural que se expresa en racismo, segregación y nacionalismo; 3) la intolerancia política que produce novedosas concepciones del enemigo y del conflicto político; y finalmente, 4) la intolerancia económica que proyecta formas de inclusión y exclusión en el espacio público. Un elemento que permite distinguir estas formas de intolerancia son sus diferentes grados de intensidad y ámbitos de acción. La nueva y compleja diversidad social que observamos en nuestros países se opone a la idea tradicional de «comunidad» que caracterizó el pensamiento sociológico desde Augusto Comte (la comunidad moral) hasta Frédéric Le Play (la comunidad empírica), pasando por Ferdinand Tönnies (la comunidad como tipología), hasta arribar a George Simmel cuya tesis sobre la comunidad molecular permite explicar a nivel micro-sociológico las interacciones entre los hombres que integran un grupo social. La idea tradicional de comunidad asociativa se ha eclipsado por el inarrestable individualismo moderno representando una tensión entre tradicionalismo y modernización. Entre universalismo y particularismos.



Los particularismos generan una serie de tensiones sociales de tipo étnico, linguístico, religioso y cultural que no pocas veces terminan por alterar la convivencia y producir conflicto. La intolerancia social representa en las actuales sociedades -para decirlo con palabras de Norberto Bobbio- una de las "promesas no mantenidas de la democracia" que recuerda los fracasos del régimen democrático para promover una educación a la vida civil y tolerante.


Las intolerancias son muy difíciles de erradicar en todos los tiempos y periodos históricos. La intolerancia social es un fenómeno cotidiano que tiene que ver con el «conflicto natural» entre personas, incluso podría decirse que todos los individuos de una sociedad compleja padecen y generan intolerancias sociales. La intolerancia social es una forma de intolerancia de "guante blanco". En la escala de las intolerancias sociales es posible imaginar una secuencia que podría tener el siguiente orden: el estereotipo, el escepticismo y la indiferencia.



Todo grupo humano tiene sus particulares formas de vida, sus instituciones y sus creencias pero además, considera que estas tienen una validez universal incluso para quienes son miembros de otro grupo social o se profesan diferentes. La intolerancia social plantea el problema del «otro» es decir, del representante o del portador de la diferencia que puede ser física o cultural. En las nuevas condiciones este «otro» se convierte muy fácilmente en un transgresor del orden social. Por lo tanto, la intolerancia social se fundamenta en una relación de desigualdad entre alguien que es "fuerte" ya sea por sus recursos de poder económico o social y alguien que es "débil" en la esfera pública.






11 marzo 2005

TEORÍA Y CIENCIA DE LA POLÍTICA

La ciencia política es aquella parte de las ciencias sociales que estudia con una metodología empírica a los fenómenos políticos.


La ciencia política es conocimiento empírico orientado a la formulación de teorías de alcance medio y en consecuencia, el conocimiento politológico es un saber aplicado. Para que la política pueda presentarse como ciencia debe cumplir con los siguientes requisitos metodológicos: a) evidenciar regularidades, b) someterse a la verificación, c) elaborar técnicas de observación y registro de datos, d) sistematizar los conocimientos adquiridos cuantificando y creando tipologías y e) en cuanto ciencia, la política debe distinguir los valores de los hechos. Por lo tanto, para que el estudio de la política adquiera un estatuto científico debe cumplir con ciertos canónes metodológicos propios del conocimiento empírico, dentro de los que destacan: la observación, el control y la acumulación de los datos. De esta forma, en tanto que la ciencia, en general, representa una empresa colectiva fundada en la verificabilidad y la controlabilidad, la ciencia política, en lo particular, manifiesta objetivos esencialmente analíticos y descriptivos.




La ciencia política en México ha fortalecido su presencia en el ámbito de las ciencias por la calidad de su produción académica y por que ha sido capaz de interactuar con numerosas aportaciones provenientes de universidades extranjeras. Una numerosa bibliografía ha acompañado este florecimiento de estudios e interpretaciones en el México contemporáneo. Encontramos trabajos que abordan importantes aspectos de nuestra realidad política que representan cuidadosas codificaciones para el análisis conceptual de la política permitiendo la consolidación de la disciplina.

¿TOLERAR A LOS INTOLERANTES?

¿Por qué la tolerancia?


Estudiar la dicotomía tolerancia-intolerancia es importante para analizar las características y dinámicas de la moderna convivencia civil. Las modalidades que tales relaciones adoptan se encuentran en el origen de las diferentes tensiones que actualmente afectan a la democracia en cuanto régimen político y sistema normativo. El desarrollo de una uniformación cultural a nivel planetario ha colocado en primer plano el problema de la diferencia y de la convivencia entre los grupos. La tolerancia representa un nuevo equilibrio entre los discursos y las prácticas cotidianas. En esta perspectiva, el estudio de la tolerancia remite a un ejercicio de apertura mental que es fundamental para entender las razones de los demás y que tiene que ver con una virtud cívica de carácter democrático.



El tema de la tolerancia representa hoy por hoy un espacio de reflexión que ilustra cómo deben tomarse las decisiones colectivas en una democracia permitiendo que la "diferencia" en política se exprese abandonando el temor a la exclusión en virtud de tal disenso. En este sentido, el principal desafío al que se enfrentan los distintos regímenes políticos está representado por la tensión entre el creciente reclamo de derechos universales de ciudadanía y la existencia de los derechos particulares que identifican la cultura de pertenencia de cada quien. La democracia representa uno de los ámbitos en donde se confrontan y se confrontarán aún en mayor medida en un futuro, los diferentes proyectos acerca del orden social y político que es necesario construir en el umbral del siglo XXI. Por tal motivo, el encuentro pacífico entre las distintas posiciones requiere de un método que permita la libre expresión de las ideas, los valores o los símbolos. La tolerancia representa dicho método. Por estas razones es que la temática de la tolerancia requiere de un tratamiento riguroso sobre la base de algunas preguntas clave a propósito del futuro de la democracia: ¿debemos ser tolerantes con los intolerantes?, ¿la indiferencia es sinónimo de la tolerancia?, ¿cómo se relaciona la persuasión con la tolerancia?, ¿la concepción liberal de la tolerancia es suficiente para afrontar los nuevos temas que caracterizarán a la democracia en el siglo XXI?



El nuevo mapa de la cultura y la política que se presenta ante nuestros ojos está caracterizado por aquello que ha sido denominado la "soledad normativa de la democracia". Una vez reconocida la fractura del comunismo histórico como sistema ideológico y político que buscaba resolver los persistentes problemas de igualdad y de extensión de la libertad, la pregunta que es posible formularse se refiere a los instrumentos normativos e institucionales y a los valores con los cuales la democracia que conocemos se dispone a enfrentar los desafíos que el "socialismo realmente existente" no logró enfrentar ni mucho menos solucionar. Esta es otra pregunta a la que debemos buscar respuesta. Analizando el proceso de construcción del mundo occidental podemos observar una transformación en las concepciones de la tolerancia. De esta manera, el binomio tolerancia-intolerancia ha seguido un desarrollo cíclico en el que se pueden observar momentos de nuestra historia en los que existe absoluta tolerancia en contraposición a otros momentos en los que existe absoluta intolerancia. La actual realidad política se distingue por una combinación entre ambos momentos. Si algo ha caracterizado al siglo XX que está por terminar son sus profundas intolerancias, representadas por los campos de concentración de Auschwitz y Treblinka, así como por los exterminios masivos de Hiroshima y Nagasaki, pero también y más recientemente, las persecuciones de carácter étnico en Timor Oriental, Ruanda o Argelia.



En el contexto actual, el pensamiento político debe recurrir a la formulación de nuevas teorías que permitan explicar el conjunto de transformaciones que caracterizan el final de uan época. Un siglo el nuestro que se distingue en muchos aspectos por la crisis de los grandiosos proyectos de transformación social y política que lo caracterizaron casi por entero. La fractura de ese modelo de convivencia ha permitido el desarrollo de una nueva contradicción, pero esta vez al interior de las democracias, entre prejuicio e igualdad. Por otro lado cada vez escuchamos más voces que adoptan la tolerancia multicultural como un instrumento para la construcción de la democracia. Dicho de otra manera, hoy la expresión de cualquier forma de prejuicio atenta contra uno de los principios básicos del orden democrático: la "igualdad de oportunidades", ya que cuando la discriminación aparece en cualquiera de sus formas se vulnera el principio de igual trato entre ciudadanos.